El Realejo es un barrio situado a
los pies de la Alhambra. El perfil del Realejo evoluciono de manera bastante
significativa, durante el periodo musulmán predominan en esta zona numerosos
talleres artesanales que incluso le otorgaron su primera denominación,
“al-Fajjarin o de los alfareros”. Arrabal judío de la ciudad musulmana, cuando
se conocía como Garnata al-Yahud, "Granada de los judíos", y que
cuando los cristianos tomaron la ciudad, lo renombraron como Realejo, pues había
sido tomado por la Corona.
Tiene dos partes bien
diferenciadas: de un lado, la zona llana que conserva muy poco de su antiguo
trazado urbano, evolucionado incluso desde antes de la cristianización, con
algunos palacetes y casas señoriales; de otro, la alta, en la ladera de la
colina del Mauror, la que baja desde Torres Bermejas es un laberinto de callejuelas estrechas tan
empinadas que muchas de ellas son escalonadas y con multitud de casas
unifamiliares y cármenes granadinos. De sus murallas y sus puertas, no queda ya
ningún resto.
A sus vecinos se les llama
“greñuos” porque el Realejo estuvo habitado por judíos hasta la expulsión de
éstos de España en 1492, lo cual fue un acontecimiento de enorme significación,
tanto para la población judía obligada a salir de nuestro país como para la
sociedad española de la época. Los judíos de El Realejo, como los que vivían
fuera de Granada y de España, llevaban la cabellera larga (guedeja), las
mujeres también, aunque se la cubrían con un velo. Por tal causa, los demás
ciudadanos de Granada les llamaban los “greñúos”, y así siguieron llamando a
los cristianos que repoblaron El Realejo y a sus descendientes. Incluso, en
nuestros días, a los granadinos de El Realejo se les continúa llamando igual.
ITINERARIO
Vamos a comenzar nuestro
recorrido por la Carrera de la Virgen. En ella nos encontaramos La Basílica de Las Angustias, se sitúa
sobre los restos de otra antigua ermita construida en el siglo XVI, que era la
ermita de Santa Úrsula y Santa Susana.
La devoción popular de la Virgen
que presidía la ermita, llevó a crear en 1545 una Hermandad, cuyo título
originario era, Angustias y Transfixión de Nuestra Señora y Santa Úrsula y
Susana. En sus inicios estuvo formada
por veinte hermanos, todos ellos campesinos, aunque pronto tuvo la devoción y
la protección de la Real Chancillería y de los miembros de la casa real, como
los de Juan de Austria o Felipe II, que cedió las tierras para la construcción
del nuevo templo.
La nueva ermita todavía adscrita
a la Iglesia imperial de San Matias, contaría con una nueva escultura de bulto
redondo, una dolorosa traída desde Toledo en 1565 y obra atribuida a Gaspar
Becerra. A finales del siglo XVI, la hermandad decidió transformar esta
Dolorosa en una Virgen de Las Angustias. Entre otras acciones a la escultura se
le incorporaron la cruz de plata, el manto, y el Cristo yaciente.
La basílica y hospital de Nuestra Señora de
Las Angustias, es un conjunto que ocupa una manzana entera, erigida en el siglo
XVIII. El edificio está construido en
fábrica de ladrillo a excepción de la portada barroca, realizada en piedra de
Sierra Elvira, que se encuentra flanqueada por dos torres rematadas con sendos
campanarios, a su vez estos están coronados por chapiteles octogonales de pizarra,
sustituidos por teja vidriada.
La portada se presenta en un gran
arco de medio punto sostenido por dos pares de columnas corintias. En la parte
superior se encuentra una gran hornacina con una talla en piedra de la Virgen
de las Angustias, obra de los escultores Francisco Gómez Moreno, Bernardo de
Mora y José de Mora. La hornacina está
flanqueada por columnas corintias.
A la derecha de la fachada
principal, se encuentra el compás de la basílica donde destacan: su portada
procedente de un seminario, un pilar, una imagen de la Virgen de Lourdes, y un
crucificado realizado por José Navas Parejo.
El trazado del templo se presenta
en planta de cruz latina, atribuida a Juan Luis Ortega, discípulo de Alonso
Cano. Consta de una gran nave central cubierta con bóveda de cañón. A ambos
lados dispone de dos naves laterales separadas por arcos de medio punto, y cada
una de éstas naves cuenta con cuatro capillas cubiertas por bóvedas de arista.
El retablo del altar mayor y el camarín de la
Virgen, de estilo de Churriguera, son obras de Marcos Fernández Raya, están
realizados con ricos mármoles. El templo cuenta con buenos cuadros y catorce estatuas de Cornejo.
La Virgen de las Angustias es la patrona de la
ciudad de Granada. Un buen momento para venir a visitarla, es hacerlo en alguna de las dos conmemoraciones que se
hacen en su honor. Una el 15 de septiembre, cuando se realiza la ofrenda floral
a la Virgen y otra el último domingo de septiembre cuando la Virgen de las Angustias sale en procesión
por las calles céntricas de la ciudad.
Continuamos hacia la Plaza de
Bibataubin y en ella esta El Palacio de
Bibataubín, también conocido como castillo de Babataubín, es un importante
y singular edificio que se encuentra situado en el límite del viejo recinto
medieval de la ciudad.
El edificio se construye en el
año 1752, aprovechando la parte inferior de un torreón cilíndrico árabe
existente de los dos que anteriormente se encontraban adosados a la antigua
Puerta de Bibataubín, una de las principales entradas históricas de la ciudad
de Granada.
El primero de los dos torreones
fue destruido en el siglo XVII, mientras que el segundo lo derribó el
ayuntamiento de la ciudad en el año 1718.
Ya en la primera mitad del siglo
XX, en el año 1933 se instaló en este edificio la sede de la Diputación Provincial,
modificándose entonces algunos de sus aspectos arquitectónicos y funcionales.
De su importante fachada, destaca
su gran portada de tres cuerpos de altura y su balcón central, que cuentan con
arcos y columnas salomónicas de mármol de Elvira. Sobre el balcón principal se
levanta su tejado triangular, dejando libre el tímpano sobre el que se colocó
un busto de Carlos III, sustituido posteriormente por un reloj.
El resto de la fachada aparece
ornamentada con hornacinas con jarrones, mientras que el friso muestra relieves
con trofeos de guerra.
En su interior se conservan
valiosas obras de arte de imaginería de la escuela granadina de comienzos del
siglo XVII, así como numerosos lienzos de gran interés.
Pasaremos por la Plaza de Mariana Pineda para subir
hacia la calle San Matías. A mitad
se encuentra la Iglesia Imperial de San Matías,
es un importante exponente de la arquitectura religiosa granadina del siglo
XVI, ubicándose en el barrio del mismo nombre, donde se localizan interesantes
obras coetáneas a la misma que participan del proceso de cristianización
iniciado en 1501 por los Reyes Católicos, basado, en gran medida, en la
construcción de edificios religiosos y reutilización sistemática de los
preexistentes musulmanes.
Los orígenes de la iglesia de San
Matías están ligados a esa reutilización de estructuras. En principio se ubicó
en una pequeña mezquita, la Jima Abraen, situada en la actual calle Navas. En
1526, a raíz de la visita del emperador Carlos I, la historia del templo da un
giro decisivo, pasando de ser una humilde parroquia aneja a la ermita de las
Santas Úrsula y Susana, futura parroquia de las Angustias, a tener una
ubicación y ser una de las parroquias más ricas y pobladas de la ciudad, con
título imperial otorgado por Carlos I, muy devoto de San Matías por haber
nacido el 24 de febrero, y por haberse producido en ese mismo día en 1525 la
victoria sobre las tropas francesas en Pavía.
El templo se comenzó a construir
en 1526, año en la que es visitada por el emperador Carlos I, que ordena que se
erija un templo más monumental en el emplazamiento que actualmente ocupa. Las
obras concluyen en 1550, siguiendo la tipología de iglesia mudéjar con
reminiscencias góticas ligadas a modelos levantinos.
Por su valor social, la iglesia
se presenta como principal elemento construido en este pequeño núcleo, siendo a
su vez el organizador de la trama y los espacios urbanos de su entorno,
representando un valor de identidad cultural para la comunidad.
Continuamos ascendiendo y nos
encontramos el MADOC y enfrente el Convento de las Carmelitas Descalzas.
En el principio de la calle Pavaneras, se encuentra una escultura deYehuda Ibn Tibón que es una
de las figuras más señaladas del judaísmo español. Nacido en Granada en 1120,
fue médico, filósofo y lingüista, pero sobre todo ha quedado para la historia
como el «padre de los traductores» al
ser el fundador de la dinastía de los Tibónidas. Abandonó Granada con sólo 28
años y sólo se llevó consigo su biblioteca granadina. Acabó sus días en la
Provenza italiana, ejerciendo la medicina.
Hoy su legado sigue vivo a través
de su imagen que da la bienvenida al viejo barrio judío de Granada, el Realejo,
y a través de todos los traductores que recuerdan al patrón de su oficio. Preside la entrada del barrio del Realejo.
Mantiene su mano derecha sobre el corazón y levanta un documento al cielo, como
jurando.
En el pedestal de la escultura
pone: “Granada a su insigne hijo Yehuda Ibn Tibon, patriarca de los
traductores.1.120-1.190 Médico, filósofo, poeta”.
Otra placa de él se encuentra en
la pared contigua a la fachada de las Carmelitas Calzadas, muy cerca de este
monumento. También hay un busto de él en el Ayuntamiento.
Al lado de esta estatua está la Calle Monjas del Carmen donde se
encuentra el Monasterio de las
Carmelitas Calzadas, en la calle de las Monjas al principio del barrio
Realejo. Del siglo XVI.
Convento de las Carmelitas
Calzadas, o “de las Calabaceras”, como popularmente se las conoce, porque sus
monjas durante algún tiempo se mantuvieron económicamente fabricando pasteles
de calabaza. Fue morada de beatas hasta 1508, fecha en que la hermana Sor María
de San Sebastián fundó el convento bajo advocación de Nuestra Señora de la
Encarnación en una casa donada por cortesía del piadoso caballero Don Juan de
la Torre. Al convento primitivo se le añadió posteriormente una capilla
propiedad de Don Jofre de Loaysa, familia que labró la capilla mayor para su
enterramiento.
En su fachada aparecen algunos
vanos enrejados y celosías. Lo más destacable artísticamente desde el exterior,
son las dos portadas de acceso, y una pequeña torre con tejado a cuatro aguas.
La portada principal es muy sencilla, hecha en piedra gris de Sierra Elvira,
con dintel y un frontón triangular partido, en cuyo centro se alberga el escudo
coronado de la congregación, arropado entre pequeñas pirámides laterales. Una
pequeña hornacina protegida por un tejadillo típico acoge una imagen de la Virgen
del Carmen con el Niño.
El actual retablo mayor de este
templo es reciente (de 1947) del escultor Sánchez Mesa. En otro retablo, de
tipo barroco, se encuentra una imagen de San José esculpida por José Risueño,
de estilo barroco tardío.
Si seguimos por la Calle Pavaneras nos encontramos a la
izquierda El Palacio de los Marqueses de
Casablanca es una casa señorial construida sobre una antigua mezquita, es
de estilo mudéjar del siglo XVI sólo conserva de su primitiva época de
construcción una ventana original enrejada y decorada con yesería plateresca
(cabezas de guerreros y de mujeres, “candelieri” y floreros), y un escudo.
Tiene una interesante fachada con
portada gótica y ventanas rodeadas de decoración plateresca. El palacio integra
restos de casas musulmanas y posee un patio rodeado por cenadores con elementos
góticos como unas interesantes balaustradas. Tiene una portada gótica con arco
conopial de ladrillo, el conjunto está enmarcado por finos baquetones góticos y
con remate heráldico. En el ampilo zaguán se encuentra un antiguo carruaje.
La entrada al patio se realiza
por un ángulo de este, como ocurría en las casas musulmanas. Las plantas que
decoran el patio son en su mayoría aspidistras
como suele ocurrir en muchos patios granadinos. Y como es tradicional está centrado por una
fuente.
En los capiteles renacentistas
hay motivos heráldicos, bóvedas de crucería de los cenadores y restos
decorativos de las casas musulmanas que contuvo este palacio, el alfarje es
mudéjar y la escalera, situada en un ángulo del patio como ocurre en los
cánones medievales, muestra una
balaustrada gótica.
En una de las estancias del patio
se encuentra la galería de arte contemporáneo "Cidi Hiaya".
Unos metros más adelante están: La Casa del Padre Suárez, lugar de
nacimiento del filósofo y teólogo granadino. Situada junto a la Casa de los
Tiros, es una construcción de la primera mitad del siglo XVI. A partir de 1966
albergó los archivos de la Real Chancillería de Granada y el Histórico
Provincial, función que aún hoy desempeña y para la cual se remodeló su
interior puesto que debía acoger más de nueve kilómetros de estantes con
antiquísimos legajos, con una valiosa documentación relacionada con los
mariscos y con la Inquisición. Actualmente están gestionados por el Ministerio
y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.
Este inmueble ha sufrido muchas
reformas a lo largo de su vida. El cuerpo superior de ladrillo, con tres vanos
de medio punto en cada lado, es una adición del siglo XX. De sus elementos
originales, del siglo XVI, sólo se conservan una torre (lateral derecha, muy
restaurada) y la portada principal, decorada con elementos renacentistas, como
unas pilastras clasicistas de orden jónico. Sobre la puerta se abre un balcón
de hierro con capiteles corintios, abrazado por ménsulas vegetales.
A través de su puerta se ingresa
en un gran zaguán cubierto con un sólido alfarje y por el que se entra al
patio, situado a la izquierda, abierto en sus cuatro lados por arcos de medio
punto que apoyan sobre columnas toscanas, y alrededor del cual se organiza todo
el interior. Aparece aquí dentro toda la heráldica de la familia.
La Casa de los Tiros , edificio renacentista que actualmente acoge
el Museo de Artes y Costumbres Populares.
Es un palacio construido en el
siglo XVI en la muralla, con bella fachada adornada de mosquetones acompañados
del lema "El corazón manda". Recibe su nombre de las piezas de , que
asoman entre las almenas que rematan su fachada. La peculiar fachada presenta
una constelación de esculturas de cuerpo entero, apoyadas sobre pedestales.
A través de una sencilla portada
adintelada, con puerta de madera claveteada, se accede a la planta baja tras
cruzar un zaguán cubierto por un bello alfarje de grandes vigas sobre zapatas
de madera. En los tableros se representan pictóricamente combates de criaturas
fabulosas (como leones y unicornios).
Una escalera a la derecha del patio porticado de forma rectangular, conduce a
la planta superior, en donde destaca la famosa Sala de la Cuadra Dorada (o
Cuarto Dorado, salón principal o noble, Todo el techo está lleno de personajes
ilustres: Garcilaso de la Vega, el Gran Capitán…) por su decoración y sus
puertas platerescas y donde hay un bello artesonado policromado.
Enfrente se encuentra la plaza del Padre Suárez con varias cosas
interesantes:
Plaza del Padre Suárez, está
enfrente de la Casa de los Tiros y de la propia Casa del Padre Suárez, en ella
se encuentra el Pilar de Don Pedro.
Este pilar perteneció a D. Pedro de Mendoza quien lo mandó construir para su
casa y huerta situadas en la vecina calle Cañaveral. De su lugar original se
trasladó el pilar al Paseo del Violón en el siglo XVIII. En 1942, dentro de la
reforma llevada a cabo por Antonio Gallego Burín, se trasladó este pilar a la
Plaza del Padre Suárez, frente a la Casa de los Tiros y adosado al muro
oriental de Capitanía.
El pilar es sencillo. En medio de
las cuales campea el escudo heráldico del linaje de los Mendoza.
Hoy día este ejemplar gana en
vistosidad a estar adosado a un muro de color granate y dividido por falsas
pilastras color albero. En los paños que surgen de fraccionar la pared se han
colocado tres escudos: el real en el
centro y el de la ciudad en los dos laterales, también en piedra.
Constituye uno de los escasos
ejemplos conservados del mobiliario urbano del siglo XVI, de estilo
renacentista.
En su centro se yergue la columna
funeraria en honor al actor Isidoro Maíquez, fue un famoso actor español de
comienzos del Romanticismo.
A un lado se encuentra la parte
de atrás del MADOC, acrónimo de
"Mando de Adiestramiento y Doctrina militar", sobre el espacio donde
antaño se ubicaba la primera Catedral de Granada luego reconvertida en la Casa
Grande/Monasterio de los Franciscanos, y finalmente en la Capitanía General de
Granada. una bella portada de almohadillado rústico renacentista, que fue
trasladada desde el presidio de la calle Cárcel Baja, y que conserva sobre su
arco una cartela alusiva al Corregidor del momento.
Enfrente de todo esto se
encuentra el Palacio del Marqués de
Villaalegre de 1858, actualmente acoge el Colegio Nuestra Señora de las
Mercedes (Las Mercedarias).
La encantadora fachada de este
palacio historicista resulta algo difícil de apreciar en su totalidad, pues
suele estar parcialmente cubierta por las copas de los árboles. Este palacio
neoclásico del Marqués de Villaalegre tiene un
baño árabe en el sótano.
El Palacio de los Condes de Castillejo de Alazores es el último casón
aristocrático digno de mención de la plaza.
Obra atribuida al genial
arquitecto Diego de Siloé, su fachada original del sigloXVI resulta aún
parcialmente visible en la calle Ballesteros: una portada renacentista de
piedra se inserta en el chaflán del edificio, con arco de medio punto con forma
de un peculiarísimo luneto. El tímpano aún conserva el escudo condal. Sobre
esta pieza heráldica, se abre un vano esquinero con balcón, en donde destaca
una curiosa columna angular de madera acanalada, con capitel compuesto y pedestal,
recurso habitual en la arquitectura nobiliaria castellana. Las fachadas
laterales exhiben preciosas ventanas platerescas de escayola.
Bajaremos por la calle
Ballesteros hasta la calle Jesús y María donde nos encontramos con la Plaza de
los Girones que presenta hoy el aspecto de una amplia calle arbolada con las
vistosas fachadas de algunos palacios de los siglos XVIII y XIX, como: La Casa de los Girones, (de donde le
viene el nombre a la plaza, aunque su entrada la tiene por la Calle Ancha de
Santo Domingo).
Es un palacete almohade del siglo
XIII que ha conservado algunas estancias originales, se trata del ejemplo de
arquitectura doméstica musulmana más antiguo conservado en Granada, pues
conserva todavía algunos de sus elementos originales árabes, como inscripciones
caligráficas de yeso, zócalos esmaltados, restos cromáticos del siglo XIII
temprano, arcos y vanos nazaríes, etc., todos ellos de un elevado interés, pues
guardan relación temporal y estética con las construcciones almohades. Conserva
algo de su patio original y el salón principal que están decorados con unos
estucos más antiguos que los de la Alhambra.
El inmueble original fue una
rábita u oratorio almohade que, en 1290, el emir Muhammad II transformó en
residencia aristocrática. La casa fue luego, a finales del siglo XV, incluida
en un palacio-almunia, patrimonio de una hermana de Boabdil el Chico, último
emir nazarí de Granada.
En el patio interior de la Casa
Árabe de los Girones se conservan algunas columnas árabes así como la alberca,
también de origen árabe. También un pilar realizado en piedra de Sierra Elvira,
colocado en el año 1598, una de las muchas reformas que ha sufrido el edificio
hasta nuestros días.
El edificio fue levantado sobre
un palacio árabe anterior, del que queda una sala baja a la que se accede por
un arco de medio punto peraltado, decorado en las jambas con azulejos
policromados.
En frente se encuentra el Palacio de los Condes de Gabia, es un
edificio de larga tradición nobiliaria. Este inmueble fue adquirido, a
principios del siglo XVIII, por Pedro Losada y Gutiérrez de los Ríos (X conde
de Gabia La Grande y VIII de Valdelasgranas), a los herederos del caballero
Gómez Zapata.
El Palacio de los Condes de
Gabia, está construido a dos vientos. Inicialmente este inmueble era de dos
plantas, y a cada uno de los lados, se levantaban sendas torres. Tras la
remodelación del siglo XIX, el edificio quedó con tres plantas, la configuración que actualmente podemos ver.
El Palacio de los Condes de Gabia
ha tenido varios moradores. En sus inicios fue casa de los Zapata,
posteriormente, por ser ésta casa próxima a la capitanía general de Granada, la
hija del X conde de Gabia, Rosario Losada y Fernández fijó aquí su residencia
tras casarse con el Teniente General de los Reales Ejércitos Enrique Enríquez y
García.
En 1940 se reformó con retoques
racionalistas, y fue sede de la antigua Escuela de Comercio de Granada, hasta
1979. Después la Diputación de Granada acometió trabajos de restauración y
remodelación para instalar en este edificio el Área de Cultura, desde 1984.
Actualmente, tras varias
remodelaciones y reformas se ha convertido en un espacio cultural, con salas de
exposiciones y conferencias. Cuenta con un valioso archivo histórico, formado
por 5000 legajos y 3500 libros, propios y de otras instituciones. Entre otros,
se encuentran extractos del archivo del Hospital de San Juan de Dios, y acoge
el archivo del centro José Guerrero.
Adosado a este palacio esta El Palacio de los Duques de Gor, El III
duque de Gor, Don Nicolás Alvarez de Bohórquez y Giraldez junto a su esposa
doña Consolación Ponce de León y Balleras, mandaron reedificar un antiguo
inmueble de la familia en 1882. Para realizar el proyecto eligieron al
arquitecto don Francisco Jiménez
Arévalo.
El edificio es de dos plantas, y
sigue los patrones de moda de la época.
Sin duda lo que hizo famosa a
esta casa fue su fantástica biblioteca.
Actualmente acoge varias oficinas
y aulas del anexo Colegio de las Mercedarias.
Volviendo a la calle principal,
que ahora se llama Santa Escolástica, llegamos a la antigua Plaza del Realejo
Bajo, actualmente rebautizada como Plaza Fortuny en honor al célebre y genial
pintor catalán Mariano Fortuny (Reus, 1838–Roma, 1874). Durante una breve
visita a Granada junto a la que sería su esposa, Cecilia (hija del pintor
Federico Madrazo), Mariano quedó entusiasmado con la luz, el color y el encanto
de la ciudad andaluza y se quedó a residir en ella entre 1870 y 1871. Aquí
nacería su hijo (también Mariano), afamado escenógrafo teatral y diseñador de
telas.
Subimos por la Cuesta del Realejo (la más grande de
todas las que hay en este barrio) y subiendo sus empinadas escaleras, con
barandilla, llegamos a los pies del hotel Palace, lo que quiere decir a los
entornos de la Alambra.
Al principio de esta cuesta está
el Pilar de Fuentenueva o Pilar de la Cuesta del Realejo como lo
conoce la gente. Consta de una pila rectangular realizada con cinco piezas de
piedra de Elvira muy bien diferenciadas por la pérdida de parte de la argamasa
que las unía. Es ligeramente bulbosa, sin remate superior y con una pequeña
base. En el frontis se distingue una primera franja lisa donde se colocan los
caños de agua sin más decoración que un círculo que encierra el caño central.
En él hay otra inscripción muy difícil de leer. Por encima de esta franja se
sitúan las referidas cartelas, la central enmarcada. Constituyen la única
decoración junto con unas esquemáticas y torpes aletas en relieve a los
extremos. Coronando el frontis, se coloca un frontón triangular sobre una
amplia cornisa y centrando el triángulo, una granada.
Un viejo pilar renacentista de
piedra de dos caños, del siglo XVI, preside el arranque de la cuesta, a las
espaldas del Convento de Santa Catalina. Un vistoso azulejo de la Virgen de la
Misericordia, iluminada por farolillos típicos, protege esta fuente. La leyenda
dice que, en otros tiempos, cada Noche de San Juan, las mozas casamenteras
venían a lavarse la cara en este lugar, convencidas de que sus aguas milagrosas
las harían más guapas.
Seguiremos hasta Plegadero Alto hasta salir a la Iglesia de San Cecilio, que fue
levantada entre 1524 y 1534.
Realizada en las primeras décadas
del siglo XVI, esta iglesia participa del magnífico paisaje que se puede contemplar
en la plaza llamada Campo del Príncipe, viéndose toda una ladera repleta de
cármenes. Su bella portada plateresca queda rodeada por las pinturas que,
simulando arquitectura, cubren los muros del templo.
Situada en el barrio del Realejo,
llamado así por las huertas de los reyes musulmanes que tuvo. Se construyó en
conmemoración de una iglesia que la tradición asegura que existió aquí, en la
que se permitía a los cristianos sometidos tener sus cultos, pero nada de ella
se conservó.
La fachada está adornada con
pinturas de carácter religioso, en la portada pone “Casa de Dios y Puerta del
Cielo.
Aquí a los pies de la torre está
el Pilar de la Torre de San Cecilio, es del siglo XIX y de los pocos que hay
policromados.
Pilar de mármol blanco y pila
abombada con dos sencillo caños, a ambos lados una franja de mármol de color
salmón así como un rombo que hay entre los caños, le da un toque de color
acorde con el resto de la fachada, y termina en un frontón triangular de color
salmón y cornisa.
Bajamos y nos encontramos el Palacio
del Almirante de Aragón, antiguo Hospital Militar, en un edificio del siglo
XVI, que conserva un bello patio decorado con motivos platerescos y un salón
con alfarje de ornamentación mudéjar. Se trata de un conjunto de edificios que,
desde el siglo XVI, conformaban el Palacio de los Mendoza, Almirantes de
Aragón, y que ya en el siglo XIX utilizaron como hospital militar.
Palacio renacentista del siglo
XVI, con añadidos barrocos del XVIII y reformado varias veces en los siglos XIX
y XX para adaptarlo a los diferentes usos que ha tenido. Es la única de las
importantes casas señoriales que se levantaban en torno al hermoso Campo del
Príncipe que aún se mantiene en pie.
Ha tenido varios usos tras dejar
de ser palacio de los Mendoza, como sede de la Junta de Comercio, Hospital de
Santa Ana, colegio y Hospital Militar.
Seguimos, y nos adentramos en el Campo del Príncipe, se llama así porque en 1497 se hizo esa
explanada, sobre el solar de un antiguo cementerio musulmán, para celebrar la boda del príncipe Juan,
único hijo varón de los Reyes Católicos, aunque al final no se casó aquí. Desgraciadamente
el príncipe no pudo celebrar su boda, porque seis meses después murió en
Salamanca, según dicen de agotamiento sexual. A pesar de ello, la tradición
popular creó la leyenda de que el nombre de Campo del Príncipe viene de la muerte de Don Juan al caerse de su
caballo.
La plaza es el centro neurálgico
del Barrio, es un poco irregular, en sus límites incluso en su topografía, es
un espacio con una arboleda, un área empedrada y un Cristo de los Favores.
Nada más entrar en la plaza hay
un pilar de piedra con la pileta un poco abombada y dos mascarones en el
frontal que expulsan agua por la boca, está coronado por una cornisa recta. y
en un extremo una fuente.
En el otro extremo de la plaza hay una fuente.
A un lado de la plaza se alza el Cristo de los Favores, al que los
granadinos profesan gran fervor. Su momento cumbre lo tiene el Viernes Santo a
las tres de la tarde (un cornetín toca silencio y se le piden tres
deseos), con Las Siete Palabras.
El Señor de los Favores -de jaspe
y alabastro-, considerado el monumento de Cristo crucificado más castizo de
toda Granada por lo que significa para todos los granadinos en especial para
los que viven en el barrio de El Realejo, fue costeado por los vecinos quedando
instalada en dicha plaza en el año 1640.
Entre 1679 y 1682 Granada y toda
su provincia padecen una epidemia de peste bubónica que hizo estragos en la
población, aumentando vertiginosamente la mortandad. Precisamente en el barrio
de El Realejo la incidencia de este mal fue mínima. Los “greñúos” se lo
atribuyeron a la intervención de El Señor de los Favores, gracias a las
oraciones de la gente que acudía masivamente ante su presencia. Precisamente en
1682 se traslada el monumento a un lateral de la misma plaza, lugar preferente,
el mismo que ocupa hoy entre cuatro faroles de forja y rodeado por una verja
también de hierro forjado. Como la devoción al Señor de los Favores fue
creciendo, incluso fuera de los límites de la provincia de Granada, el
Arzobispo Fray Bernardo de los Ríos Guzmán concedió, a todas las personas que
rezaran al Señor de los Favores un Padrenuestro y un Avemaría, 40 días de
indulgencias. Asimismo, en 1788, el Arzobispo D. Francisco de Perea confirmó
esos 40 días de indulgencias a quien rezara un Credo al Señor del Campo del
Príncipe.
Volvemos a la Plaza del Realejo si seguimos por la Calle Molinos, en el nº 12 se encuentra
el hotel más estrecho del mundo (Hotel
Molinos), así figura en el libro Guiness de los records. La anchura máxima
del Hotel Molinos es de 5,2 metros en su parte más ancha, con una profundidad
de 16,40 metros. Cuenta con nueve habitaciones distribuidas en tres plantas.
Desde aquí podemos ir hacia la
izquierda por la calle Carnicería y entraremos en la Plaza de Santo Domingo, en esta plaza veremos el Beaterio de Santo
Domingo hoy Colegio Mayor femenino Santo Domingo, fundado en 1701 por Teresa Titos Garzón para
educar a las niñas pobres y alojar a las mujeres necesitadas.
Junto a su gran portada barroca
de piedra y ladrillo, se perfila la portada del antiguo Hospital y Casa del
Arte de la Seda, centro asistencial para los oficiales de tan importante
gremio, base económica del Realejo de los siglos XVI y XVII. En 1511, se creó en Granada la Casa del Arte de certificar
con su sello la calidad de las sedas. A mediados del siglo XVI se labraba tanta
seda en Granada y su reino que casi toda la gente vivía de los más de 300
tornos que había; y un siglo después funcionaban unos 3.000 telares que
producían sobre todo rasos, felpas y brocados.
Al lado está la estrecha
callejuela Cobertizo de Santo Domingo,
constituida por una bóveda de medio cañón toda de ladrillo que une la iglesia y
el Colegio Mayor. Está decorado al exterior con una ventana de medio punto
protegida por una artística reja, sobre la que abre un ventanuco redondo y un
segundo cuerpo de ventanas, y en su interior se aloja el Camarín de la Virgen
del Rosario.
Solía aplicarse la denominación
de cobertizo: a los lugares a cubierto por los salientes de los tejados; a las
calles generalmente estrechas y cubiertas por estos aleros; a esos pasadizos
que unían dos casas de un mismo propietario salvando una calle o, incluso a los
portales.
Granada, como heredera de un
pasado urbanístico medieval, era rica en cobertizos, callejones, callejuelas,
casas de paso y hasta postigos o calles con puertas. Eso ha dejado una rica
huella en la toponimia de la ciudad.
Pasando por el cobertizo y por
detrás de la Iglesia llegamos a la calle Paco
Seco de Lucena donde está el parque del Cuarto Real de Santo Domingo, que es el último vestigio al aire
libre y público que queda de lo que fueron unas huertas y jardines extensos,
propiedad de la aristocracia nazarí del siglo XIII.
El Cuarto Real de Santo Domingo
fue una posesión de los monarcas nazaríes de Granada, llamada la Huerta Grande
de la Almanxarra. Los Reyes Católicos lo cedieron a la Orden de Santo Domingo
para la fundación del Convento de Santa Cruz la Real. La antigua propiedad fue
sufriendo sucesivas mermas, acentuadas tras la Desamortización de los bienes
eclesiásticos del siglo XIX. En ese momento, la parte de la finca no ocupada
por el convento pasó a manos privadas. El Cuarto Real y un resto de la huerta
fueron adquiridos por el Ayuntamiento de Granada en 1990.
Y a el Cuarto Real de Santo
Domingo que es un antiguo palacio de época almohade, ubicado junto a la cerca
que cerraba el barrio de "Rabad al-Fajjarin" (hoy Realejo), en la
Granada musulmana.
Tras la conquista de Granada, el
edificio pasó a manos de los Reyes Católicos, quienes se lo cedieron a los
Dominicos, que lo unieron al convento de
Santa Cruz la Real. Es de
arquitectura residencial del siglo XIII.
Fue Palacio Real Nazarí con
jardines, la sala principal en uno de los torreones de la muralla sobre la
Cuesta de Aixa, fue retiro real en el Ramadán. De planta cuadrada, se realizó
en el siglo XVII, con alcobas laterales, arcos decorados, capiteles de
transición, yeserías, inscripciones y armadura de cubierta de lazo. Los zócalos
alicatados en las impostas del acceso en cerámica dorada con inscripción
cúfica. Unido al Palacio de los Dávila Ponce de León, ha sido donado para ser
restaurado y ubicar el Museo de la Ciudad.
Las propiedades de los dominicos
también incluían el Cuarto Real de Santo Domingo, hacia el sur, y el solar que
hoy ocupa la comisaría de policía en la plaza de los Campos.
Llegamos al Convento de Santa Cruz La Real, el más importante, rico y grandioso
de toda Granada; sin duda, esto se debía al claro trato de favor que los Reyes
Católicos dispensaron siempre a la Orden de Sto. Domingo, en agradecimiento por
sus servicios prestados en la corte. Fue
éste uno de los primeros monasterios nacidos tras la Toma, y para remarcarlo,
fue erigido sobre la antigua y poderosa Mezquita de Al–Hatar de al–Fajjarín.
Apenas un año después de las
capitulaciones, en 1493, el dominico Fray Alonso de Valiza tomó posesión de la
mezquita, y de una gran porción de las huertas de la Almanxarra y Geninataubín,
con sus almunias nazaríes –como el Cuarto Real de Santo Domingo–. Esto supuso
que la Orden dominica se enriqueciera hasta llegar a ser la más rica de la
ciudad, en el S. XVI.
Este complejo monástico dominico
ha pasado, a lo largo de su turbulenta historia, por toda clase de avatares:
fue utilizado durante la invasión francesa como cuartel de caballería y cárcel;
tras la desamortización de Mendizábal
(1835) perdió la mayor parte de sus dependencias originales, y se destinaron
muchas a locales para el Liceo Artístico y Literario y a Museo de Antigüedades,
a finales del siglo XIX, se amplió el convento –destruyendo el Claustrillo y el
Noviciado– para acoger el nuevo Colegio Preparatorio Militar, obra que nunca se
terminó. Entre 1893 y 1920, el lugar fue también cuartel de artillería. En
fecha reciente se firmó el acuerdo de restitución y los religiosos pudieron
regresar a su viejo convento, reinaugurado como centro teológico y colegio
mayor, actividad que prosigue en nuestros días con éxito. Una historia marcada
por tantos cambios de función, ha implicado, la modificación del aspecto
original del inmueble.
Justo delante de la puerta
principal del colegio mayor, cruzando la calzada empedrada, llama la atención
la peculiar, casi chocante, presencia de dos desgastados leoncillos de piedra,
sentados sobre sus cuartos traseros a modo de impávidos guardianes, mientras
sostienen unos escudos de Granada.
Antes estos leoncillos decoraban
el Puente del Genil, en el Paseo del Salón, pero a mediados del siglo XX fueron
sustituidos aquellos y los viejos trasladados aquí como ornamento urbano.
Llegamos de nuevo a la Plaza de Santo Domingo. En 1942,
gracias a un proyecto del alcalde Gallego y Burín -dentro de su plan de
reordenación urbana- se inauguró la actual Plaza de Santo Domingo, frente a la
iglesia homónima.
Presidiendo la plaza hay una escultura en bronce de Fray Luis de
Granada, poeta, místico y filósofo del
siglo XVI, magnífica obra de Pablo Loyzaga de 1910, que inicialmente se ubicaba
en Plaza Bib-Rambla. La decisión de Gallego de trasladarla aquí fue acertada,
pues potencia el carácter religioso del lugar, y hay que tener en cuenta que
éste fue el lugar donde el dominico predicó y estudió durante gran parte de su
vida. El pedestal prismático acoge inscripciones con breves datos biográficos y
un listado de la obra literaria más destacable del homenajeado.
Fray Luis, de verdadero nombre
Luis de Sarriá (Granada, 1504 – Lisboa, 1588), nació en el Realejo, en la Calle
Molinos, en el seno de una familia muy pobre. Más tarde, estudió en el Convento
de Sta. Cruz y llegó a ser preceptor de los hijos del Conde de Tendilla. En
Córdoba se hizo amigo de S. Juan de Ávila. Los últimos años de su vida los pasó
en Portugal donde se exilió huyendo de la Inquisición.
El quiso que el nombre de su
ciudad quedara para siempre ligado a su propio nombre, y por eso se hizo llamar
Fray Luis de Granada. Fue un gran predicador y estuvo durante varios años en el
convento de Santa Cruz.
Su predicación fogosa y vivaz,
rompe, sin salir de la ortodoxia, con la línea tradicional dominica,
obsesionada con la rigidez teológica y la limpieza doctrinal de la fe. Como
teólogo, siguió una línea más agustiniana y franciscana, proclive a la
sensibilidad y la imaginación, aunque siempre con base en la razón. Tal vez por
eso dos de sus obras, Guía de pecadores (1556) y Libro de la oración y la
meditación (1554) fueron investigadas por la Inquisición, bajo sospecha de
recoger ideas iluministas. Escribió en castellano y no en latín, como era
habitual en la época.
La Iglesia de Santo Domingo, Fundada en el siglo XVI por los Reyes
Católicos, está considerada como una de las más interesantes de toda la ciudad,
predominando el gótico, con arreglo al cual se hicieron los arcos y bóvedas;
sin embargo, las columnas, ventanas, cornisas y el portón son todavía
románicas, por lo que presenta varios estilos (barroco, gótico tardío y
renacentista).
Forma
parte del Monasterio de Santa Cruz la Real, lugar donde el Tribunal de la Santa
Inquisición celebró sus sesiones.