De los numerosos
templos que existían en la ciudad permanecen excelentes muestras que
contribuyen a engrosar el rico patrimonio monumental de Jaén.
El más antiguo es
la Iglesia de la Magdalena. Se levantó sobre una mezquita árabe que aún nos
muestra su patio fortificado con el estanque para las abluciones y el alminar
que Andrés de Vandelvira convirtió en torre añadiéndole el actual cuerpo
octogonal que la remata. La portada es fruto del impulso constructivo que la
diócesis de Jaén conoció con el obispo Alonso Suárez. De estilo gótico
isabelino, está compuesta por pilastras con haces de baquetones unidos por una
crestería que sirven de marco al arco carpanel que envuelve el vano de entrada
y al relieve de la Magdalena que se sitúa sobre él. A ambos lados del relieve
van situados dos escudos del cardenal Esteban Gabriel y Merino. Las cuatro
naves del interior se disponen irregularmente formando un espacio cuadrado que
se adosa al patio.
Presidiendo la
plaza de San Juan se localiza la iglesia del mismo nombre, Iglesia de San Juan, cuya primitiva
fábrica se derrumbó a finales del siglo XVIII. Después de sucesivas
transformaciones y derrumbes nos ofrece una portada con un gran arco apuntado
que acoge el vano adintelado de entrada al templo y un óculo sobre ella. Corona
este lienzo una espadaña con tres vanos, apreciándose en el izquierdo un arco
de estilo isabelino. A la izquierda de este lienzo se abre un pequeño vano cuyo
arco se apoya en pilares de tipo mudéjar. La torre cuadrada que se eleva junto
a la iglesia es la denominada torre del Concejo porque en ella se celebraban
los cabildos en el siglo XV y principios del XVI. Alberga una espectacular
campana de aproximadamente un metro de diámetro. Cuando en 1979 se procedió a
la restauración del templo, se abrió una puerta lateral enmarcada por un arco
de medio punto y varias ventanas silueteadas por arcos de ladrillo apoyados en
pequeños pilares de ladrillo de tipo mudéjar. En el interior la planta está
dividida en tres naves cubiertas por bóvedas de crucería. El presbiterio se
cubre con una bóveda poligonal. El ábside semicircular de la cabecera quedo al
descubierto en las reformas del siglo pasado.
A finales del
siglo XIII o principios del XIV se construyó la Iglesia de San Lorenzo. De su
ruina en 1825 sólo se salvó la parte que correspondía al altar mayor y la sacristía.
Es lo que hoy conocemos por el Arco de San Lorenzo, un torreón de piedra de
planta semicircular, horadado en uno de sus lados por un arco apuntado que genera
una bóveda de cañón que permite el tránsito de la calle Almendros Aguilar. Consta
de dos pisos que se comunican por una estrella escalera iluminada con saeteras.
El primero es una capilla con alicatados mudéjares cubierta con bóveda de
ladrillo en la que fue bautizado Maximiliano de Austria, primo del Emperador
Carlos V. El segundo lo ocupa un salón cubierto con bóveda ojival. Desde 1981,
la Dirección General de Bellas Artes cedió su uso a la asociación cultural “Amigos
de San Antón”.
Otra monumental
iglesia es la de San Andrés, construida posiblemente sobre una mezquita o una
sinagoga. En 1515, Gutierre González Doncel obtenía licencia del obispo para
instalar una capilla en el huerto que había junto a ella. Bajo la advocación de
la Limpia Concepción de Nuestra Señora unió sus destinos a los de la parroquia.
Desde entonces formaron un todo y la existencia de la Santa Capilla permitió
que no desapareciera el templo cuando dejó de ser parroquia en 1843. Componen todo
el conjunto, además de la iglesia, las dependencias que la fundación benéfico-docente
llevaba consigo. La planta de la iglesia se divide en tres naves separadas por
pilares hexagonales. La capilla está ubicada a los pies de la nave de la epístola.
Tiene planta rectangular y se cubre con bóveda poligonal sobre trompas decorada
con yeserías gótico-mudéjar. Pero la auténtica joya de la capilla es una
hermosa reja construida en el siglo XVI por el maestro Bartolomé, giennense que
en su época fue considerado el tercer maestro rejero de España, constituyendo
éste uno de sus mejores trabajos. Está dividida la reja en tres partes iguales
coronadas con un arco de medio punto totalmente decorado en su interior. El
tema iconográfico gira en torno al abrazo de San Joaquín y Santa Ana, el árbol de
Jesé, o las figuras de San Andrés, San Pedro y San Pablo entre otras. Algunas muestras
de su rico patrimonio son el artesonado del púlpito de forja, el retablo
barroco y el camarín de la Inmaculada con puerta de acceso mudéjar del siglo
XV, junto con valiosos óleos, libros corales, casullas y esculturas.
En la plaza de San
Bartolomé se sitúa una pequeña iglesia que ya fue parroquia de este santo en el
siglo XIV, la Iglesia de San Bartolomé. La construcción se inició en el siglo anterior pero las sucesivas
reformas de que fue objeto con el paso del tiempo modificaron su aspecto. La fachada
principal, atribuida a Eufrasio López de Rojas, es un añadido del siglo XVII. Se
compone de dos cuerpos coronados por una
grandiosa espadaña cubierta con un frontón curvo con remate escultural. En el
primer cuerpo se abre un vano de medio punto con la típica moldura cruciforme
que caracteriza a López de Rojas. El segundo acoge una hornacina con una talla
del santo titular rematada por frontón triangular.
El interior consta
de tres naves cubiertas con un artesonado mudéjar cuajado de lacerías de puntas
realizada a comienzos del XVI. En la cabecera, un ábside semicircular muestra
restos de pinturas al fresco del siglo XV y una inscripción gótica. Un retablo
ejecutado por Sebastián de Solís en 1582 las deja ocultas. A ambos lados del presbiterio
se abren dos capillas: la de la Virgen del Carmen acoge un retablo del siglo
XVIII y un camarín; la del lateral izquierdo custodia la espléndida talla del
Cristo de la Espiración, obra fechada en el siglo XVII. Otro tesoro digno de mención
es la pila bautismal vidriada en verde de estilo gótico-mudéjar.
A los dos años de
la conquista de la ciudad por Fernando III se levantó en uno de sus arrabales
la Iglesia de San Idelfonso. En la actualidad el templo, de amplias
dimensiones, nos muestra elementos góticos, renacentistas, barrocos y neoclásicos.
La planta es de salón y está dividida en
tres naves separadas por pilares compuestos por haces de columnas sobre los que
descansan góticas bóvedas de crucería. Por las naves laterales se distribuyen
varias capillas. El testero es plano y por delante de él se extiende la nave
denominada del “Descenso”. Según la tradición, en ese lugar la Virgen descendió
milagrosamente de los cielos en la noche del 10 de junio de 1430. El acontecimiento
marcó la arquitectura del templo y despertó en los giennenses un sentimiento
mariano del que se impregnó toda la población, llegando con el tiempo a
convertirla en patrona de la ciudad bajo a la advocación de Virgen de la
Capilla.
A finales del
siglo XVI y comienzos del XVII la Virgen ya tenía su capilla, de planta
cuadrada y cubierta con bóveda de media naranja decorada con ocho apóstoles pintados
al fresco. La Virgen se instala en un camarín al que se accede por la ante-sacristía.
El templo exhibe
al exterior tres portadas. La oriental, la más antigua, es de estilo gótico
isabelino y está compuesta por un arco carpanel sobre el que se eleva una
hornacina envolviendo una imagen de la Virgen con el niño. Está cegada con un
mosaico que representa el Descenso de la Virgen, realizado en 1958 por Santiago
Padrós Elías, que es como una capilla exterior. A los lados hay dos escudos de
Alonso Suárez, obispo bajo cuyo pontificado se levantó la portada.
La fachada norte,
en la plaza de San Idelfonso, nos ofrece una portada renacentista mandada
construir por el obispo Pedro Pacheco con aspecto de fortaleza. Es obra de
Francisco del Castillo “el mozo”, y presenta dos cuerpos: el primero compuesto
por un arco de medio punto; en el segundo, dos columnillas enmarcar un
altorrelieve con la imagen del santo titular recibiendo la casulla de manos de
la Virgen. A ambos lados figuran los escudos del obispo Pacheco, y un frontón triangular
con la figura de Jesucristo culminan el conjunto.
El ángulo que une
esta fachada con la principal está presidido por una gran torre de tres cuerpos
levantada a finales del siglo XVI. El primero presenta arcos ciegos y los dos
restantes tienen vanos al exterior. Cada cuerpo está decorado con los escudos
de los obispos que en su momento patrocinaron las obras. Así, figuran
respectivamente los de Sarmiento de Mendoza, Bernardo de Sandoval y Rojas y
Sancho Dávila. El último cuerpo está rematado por un chapitel cónico que inunda
de belleza y originalidad el paisaje de la ciudad desde la lejanía.
La fachada
principal es de estilo neoclásico, construida en el siglo XVIII por Francisco
Calvo bajo las trazas de Ventura Rodríguez. Tiene portada adintelada con un
gran óculo por encima de ella y flanqueada por dos pares de columnas corintias.
El friso del entablamento contiene una inscripción alusiva al santo titular con
la fecha de 1776. Un frontón triangular con un escudo en el tímpano del obispo
fray Marín remata la portada. Sobre todo el conjunto se eleva un cuerpo
retranqueado adornado con cuatro florones en correspondencia con las cuatro
columnas que enmarcan la imagen de San Idelfonso que corona toda la composición.
A la derecha de esta portada se eleva una torre de menores proporciones que la
descrita anteriormente, también diseñada por Ventura Rodríguez.
Autora: MªJosé Sánchez Lozano. Breve historia de Jaén.
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