Translate

Mostrando entradas con la etiqueta Paseos por Granada. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Paseos por Granada. Mostrar todas las entradas

jueves, 23 de agosto de 2018

El Realejo

El Realejo es un barrio situado a los pies de la Alhambra. El perfil del Realejo evoluciono de manera bastante significativa, durante el periodo musulmán predominan en esta zona numerosos talleres artesanales que incluso le otorgaron su primera denominación, “al-Fajjarin o de los alfareros”.  Arrabal judío de la ciudad musulmana, cuando se conocía como Garnata al-Yahud, "Granada de los judíos", y que cuando los cristianos tomaron la ciudad, lo renombraron como Realejo, pues había sido tomado por la Corona.
Tiene dos partes bien diferenciadas: de un lado, la zona llana que conserva muy poco de su antiguo trazado urbano, evolucionado incluso desde antes de la cristianización, con algunos palacetes y casas señoriales; de otro, la alta, en la ladera de la colina del Mauror, la que baja desde Torres Bermejas es un  laberinto de callejuelas estrechas tan empinadas que muchas de ellas son escalonadas y con multitud de casas unifamiliares y cármenes granadinos. De sus murallas y sus puertas, no queda ya ningún resto.
A sus vecinos se les llama “greñuos” porque el Realejo estuvo habitado por judíos hasta la expulsión de éstos de España en 1492, lo cual fue un acontecimiento de enorme significación, tanto para la población judía obligada a salir de nuestro país como para la sociedad española de la época. Los judíos de El Realejo, como los que vivían fuera de Granada y de España, llevaban la cabellera larga (guedeja), las mujeres también, aunque se la cubrían con un velo. Por tal causa, los demás ciudadanos de Granada les llamaban los “greñúos”, y así siguieron llamando a los cristianos que repoblaron El Realejo y a sus descendientes. Incluso, en nuestros días, a los granadinos de El Realejo se les continúa llamando igual.
ITINERARIO
Vamos a comenzar nuestro recorrido por la Carrera de la Virgen. En ella nos encontaramos La Basílica de Las Angustias, se sitúa sobre los restos de otra antigua ermita construida en el siglo XVI, que era la ermita de Santa Úrsula y Santa Susana.
La devoción popular de la Virgen que presidía la ermita, llevó a crear en 1545 una Hermandad, cuyo título originario era, Angustias y Transfixión de Nuestra Señora y Santa Úrsula y Susana.  En sus inicios estuvo formada por veinte hermanos, todos ellos campesinos, aunque pronto tuvo la devoción y la protección de la Real Chancillería y de los miembros de la casa real, como los de Juan de Austria o Felipe II, que cedió las tierras para la construcción del nuevo templo.
La nueva ermita todavía adscrita a la Iglesia imperial de San Matias, contaría con una nueva escultura de bulto redondo, una dolorosa traída desde Toledo en 1565 y obra atribuida a Gaspar Becerra. A finales del siglo XVI, la hermandad decidió transformar esta Dolorosa en una Virgen de Las Angustias. Entre otras acciones a la escultura se le incorporaron la cruz de plata, el manto, y el Cristo yaciente.
 La basílica y hospital de Nuestra Señora de Las Angustias, es un conjunto que ocupa una manzana entera, erigida en el siglo XVIII.  El edificio está construido en fábrica de ladrillo a excepción de la portada barroca, realizada en piedra de Sierra Elvira, que se encuentra flanqueada por dos torres rematadas con sendos campanarios, a su vez estos están coronados por chapiteles octogonales de pizarra, sustituidos por teja vidriada.
La portada se presenta en un gran arco de medio punto sostenido por dos pares de columnas corintias. En la parte superior se encuentra una gran hornacina con una talla en piedra de la Virgen de las Angustias, obra de los escultores Francisco Gómez Moreno, Bernardo de Mora y José de Mora. La hornacina está  flanqueada por columnas corintias.
A la derecha de la fachada principal, se encuentra el compás de la basílica donde destacan: su portada procedente de un seminario, un pilar, una imagen de la Virgen de Lourdes, y un crucificado realizado por José Navas Parejo.
El trazado del templo se presenta en planta de cruz latina, atribuida a Juan Luis Ortega, discípulo de Alonso Cano. Consta de una gran nave central cubierta con bóveda de cañón. A ambos lados dispone de dos naves laterales separadas por arcos de medio punto, y cada una de éstas naves cuenta con cuatro capillas cubiertas por bóvedas de arista.
 El retablo del altar mayor y el camarín de la Virgen, de estilo de Churriguera, son obras de Marcos Fernández Raya, están realizados con ricos mármoles. El templo cuenta con  buenos cuadros y catorce estatuas de Cornejo.
 La Virgen de las Angustias es la patrona de la ciudad de Granada. Un buen momento para venir a visitarla, es hacerlo  en alguna de las dos conmemoraciones que se hacen en su honor. Una el 15 de septiembre, cuando se realiza la ofrenda floral a la Virgen y otra el último domingo de septiembre cuando  la Virgen de las Angustias sale en procesión por las calles céntricas de la ciudad.
Continuamos hacia la Plaza de Bibataubin y en ella esta El Palacio de Bibataubín, también conocido como castillo de Babataubín, es un importante y singular edificio que se encuentra situado en el límite del viejo recinto medieval de la ciudad.
El edificio se construye en el año 1752, aprovechando la parte inferior de un torreón cilíndrico árabe existente de los dos que anteriormente se encontraban adosados a la antigua Puerta de Bibataubín, una de las principales entradas históricas de la ciudad de Granada.
El primero de los dos torreones fue destruido en el siglo XVII, mientras que el segundo lo derribó el ayuntamiento de la ciudad en el año 1718.
Ya en la primera mitad del siglo XX, en el año 1933 se instaló en este edificio la sede de la Diputación Provincial, modificándose entonces algunos de sus aspectos arquitectónicos y funcionales.
De su importante fachada, destaca su gran portada de tres cuerpos de altura y su balcón central, que cuentan con arcos y columnas salomónicas de mármol de Elvira. Sobre el balcón principal se levanta su tejado triangular, dejando libre el tímpano sobre el que se colocó un busto de Carlos III, sustituido posteriormente por un reloj.
El resto de la fachada aparece ornamentada con hornacinas con jarrones, mientras que el friso muestra relieves con trofeos de guerra.
En su interior se conservan valiosas obras de arte de imaginería de la escuela granadina de comienzos del siglo XVII, así como numerosos lienzos de gran interés.
Pasaremos por la Plaza de Mariana Pineda para subir hacia la calle San Matías. A mitad se encuentra la Iglesia Imperial de San Matías, es un importante exponente de la arquitectura religiosa granadina del siglo XVI, ubicándose en el barrio del mismo nombre, donde se localizan interesantes obras coetáneas a la misma que participan del proceso de cristianización iniciado en 1501 por los Reyes Católicos, basado, en gran medida, en la construcción de edificios religiosos y reutilización sistemática de los preexistentes musulmanes.
Los orígenes de la iglesia de San Matías están ligados a esa reutilización de estructuras. En principio se ubicó en una pequeña mezquita, la Jima Abraen, situada en la actual calle Navas. En 1526, a raíz de la visita del emperador Carlos I, la historia del templo da un giro decisivo, pasando de ser una humilde parroquia aneja a la ermita de las Santas Úrsula y Susana, futura parroquia de las Angustias, a tener una ubicación y ser una de las parroquias más ricas y pobladas de la ciudad, con título imperial otorgado por Carlos I, muy devoto de San Matías por haber nacido el 24 de febrero, y por haberse producido en ese mismo día en 1525 la victoria sobre las tropas francesas en Pavía.
El templo se comenzó a construir en 1526, año en la que es visitada por el emperador Carlos I, que ordena que se erija un templo más monumental en el emplazamiento que actualmente ocupa. Las obras concluyen en 1550, siguiendo la tipología de iglesia mudéjar con reminiscencias góticas ligadas a modelos levantinos.
Por su valor social, la iglesia se presenta como principal elemento construido en este pequeño núcleo, siendo a su vez el organizador de la trama y los espacios urbanos de su entorno, representando un valor de identidad cultural para la comunidad.
Continuamos ascendiendo y nos encontramos el MADOC y enfrente el Convento de las Carmelitas Descalzas.
En el principio de la calle Pavaneras, se encuentra una escultura deYehuda Ibn Tibón que es una de las figuras más señaladas del judaísmo español. Nacido en Granada en 1120, fue médico, filósofo y lingüista, pero sobre todo ha quedado para la historia como el «padre de los traductores»  al ser el fundador de la dinastía de los Tibónidas. Abandonó Granada con sólo 28 años y sólo se llevó consigo su biblioteca granadina. Acabó sus días en la Provenza italiana, ejerciendo la medicina.
Hoy su legado sigue vivo a través de su imagen que da la bienvenida al viejo barrio judío de Granada, el Realejo, y a través de todos los traductores que recuerdan al patrón de su oficio.  Preside la entrada del barrio del Realejo. Mantiene su mano derecha sobre el corazón y levanta un documento al cielo, como jurando.
En el pedestal de la escultura pone: “Granada a su insigne hijo Yehuda Ibn Tibon, patriarca de los traductores.1.120-1.190 Médico, filósofo, poeta”.
Otra placa de él se encuentra en la pared contigua a la fachada de las Carmelitas Calzadas, muy cerca de este monumento. También hay un busto de él en el Ayuntamiento.
Al lado de esta estatua está la Calle Monjas del Carmen donde se encuentra el Monasterio de las Carmelitas Calzadas, en la calle de las Monjas al principio del barrio Realejo.  Del siglo XVI.
Convento de las Carmelitas Calzadas, o “de las Calabaceras”, como popularmente se las conoce, porque sus monjas durante algún tiempo se mantuvieron económicamente fabricando pasteles de calabaza. Fue morada de beatas hasta 1508, fecha en que la hermana Sor María de San Sebastián fundó el convento bajo advocación de Nuestra Señora de la Encarnación en una casa donada por cortesía del piadoso caballero Don Juan de la Torre. Al convento primitivo se le añadió posteriormente una capilla propiedad de Don Jofre de Loaysa, familia que labró la capilla mayor para su enterramiento.
En su fachada aparecen algunos vanos enrejados y celosías. Lo más destacable artísticamente desde el exterior, son las dos portadas de acceso, y una pequeña torre con tejado a cuatro aguas. La portada principal es muy sencilla, hecha en piedra gris de Sierra Elvira, con dintel y un frontón triangular partido, en cuyo centro se alberga el escudo coronado de la congregación, arropado entre pequeñas pirámides laterales. Una pequeña hornacina protegida por un tejadillo típico acoge una imagen de la Virgen del Carmen con el Niño.
El actual retablo mayor de este templo es reciente (de 1947) del escultor Sánchez Mesa. En otro retablo, de tipo barroco, se encuentra una imagen de San José esculpida por José Risueño, de estilo barroco tardío.
Si seguimos por la Calle Pavaneras nos encontramos a la izquierda El Palacio de los Marqueses de Casablanca es una casa señorial construida sobre una antigua mezquita, es de estilo mudéjar del siglo XVI sólo conserva de su primitiva época de construcción una ventana original enrejada y decorada con yesería plateresca (cabezas de guerreros y de mujeres, “candelieri” y floreros), y un escudo.
Tiene una interesante fachada con portada gótica y ventanas rodeadas de decoración plateresca. El palacio integra restos de casas musulmanas y posee un patio rodeado por cenadores con elementos góticos como unas interesantes balaustradas. Tiene una portada gótica con arco conopial de ladrillo, el conjunto está enmarcado por finos baquetones góticos y con remate heráldico. En el ampilo zaguán se encuentra un antiguo carruaje.
La entrada al patio se realiza por un ángulo de este, como ocurría en las casas musulmanas. Las plantas que decoran el patio son en su mayoría aspidistras  como suele ocurrir en muchos patios granadinos.  Y como es tradicional está centrado por una fuente.
En los capiteles renacentistas hay motivos heráldicos, bóvedas de crucería de los cenadores y restos decorativos de las casas musulmanas que contuvo este palacio, el alfarje es mudéjar y la escalera, situada en un ángulo del patio como ocurre en los cánones medievales, muestra  una balaustrada gótica.
En una de las estancias del patio se encuentra la galería de arte contemporáneo "Cidi Hiaya".
Unos metros más adelante están: La Casa del Padre Suárez, lugar de nacimiento del filósofo y teólogo granadino. Situada junto a la Casa de los Tiros, es una construcción de la primera mitad del siglo XVI. A partir de 1966 albergó los archivos de la Real Chancillería de Granada y el Histórico Provincial, función que aún hoy desempeña y para la cual se remodeló su interior puesto que debía acoger más de nueve kilómetros de estantes con antiquísimos legajos, con una valiosa documentación relacionada con los mariscos y con la Inquisición. Actualmente están gestionados por el Ministerio y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.
Este inmueble ha sufrido muchas reformas a lo largo de su vida. El cuerpo superior de ladrillo, con tres vanos de medio punto en cada lado, es una adición del siglo XX. De sus elementos originales, del siglo XVI, sólo se conservan una torre (lateral derecha, muy restaurada) y la portada principal, decorada con elementos renacentistas, como unas pilastras clasicistas de orden jónico. Sobre la puerta se abre un balcón de hierro con capiteles corintios, abrazado por ménsulas vegetales.
A través de su puerta se ingresa en un gran zaguán cubierto con un sólido alfarje y por el que se entra al patio, situado a la izquierda, abierto en sus cuatro lados por arcos de medio punto que apoyan sobre columnas toscanas, y alrededor del cual se organiza todo el interior. Aparece aquí dentro toda la heráldica de la familia.
La Casa de los Tiros , edificio renacentista que actualmente acoge el Museo de Artes y Costumbres Populares.
Es un palacio construido en el siglo XVI en la muralla, con bella fachada adornada de mosquetones acompañados del lema "El corazón manda". Recibe su nombre de las piezas de , que asoman entre las almenas que rematan su fachada. La peculiar fachada presenta una constelación de esculturas de cuerpo entero, apoyadas sobre pedestales.
A través de una sencilla portada adintelada, con puerta de madera claveteada, se accede a la planta baja tras cruzar un zaguán cubierto por un bello alfarje de grandes vigas sobre zapatas de madera. En los tableros se representan pictóricamente combates de criaturas fabulosas (como leones y  unicornios). Una escalera a la derecha del patio porticado de forma rectangular, conduce a la planta superior, en donde destaca la famosa Sala de la Cuadra Dorada (o Cuarto Dorado, salón principal o noble, Todo el techo está lleno de personajes ilustres: Garcilaso de la Vega, el Gran Capitán…) por su decoración y sus puertas platerescas y donde hay un bello artesonado policromado.
Enfrente se encuentra la plaza del Padre Suárez con varias cosas interesantes:
Plaza del Padre Suárez, está enfrente de la Casa de los Tiros y de la propia Casa del Padre Suárez, en ella se encuentra el Pilar de Don Pedro. Este pilar perteneció a D. Pedro de Mendoza quien lo mandó construir para su casa y huerta situadas en la vecina calle Cañaveral. De su lugar original se trasladó el pilar al Paseo del Violón en el siglo XVIII. En 1942, dentro de la reforma llevada a cabo por Antonio Gallego Burín, se trasladó este pilar a la Plaza del Padre Suárez, frente a la Casa de los Tiros y adosado al muro oriental de Capitanía.
El pilar es sencillo. En medio de las cuales campea el escudo heráldico del linaje de los Mendoza.
Hoy día este ejemplar gana en vistosidad a estar adosado a un muro de color granate y dividido por falsas pilastras color albero. En los paños que surgen de fraccionar la pared se han colocado tres  escudos: el real en el centro y el de la ciudad en los dos laterales, también en piedra.
Constituye uno de los escasos ejemplos conservados del mobiliario urbano del siglo XVI, de estilo renacentista.
En su centro se yergue la columna funeraria en honor al actor Isidoro Maíquez, fue un famoso actor español de comienzos del Romanticismo.
A un lado se encuentra la parte de atrás del MADOC, acrónimo de "Mando de Adiestramiento y Doctrina militar", sobre el espacio donde antaño se ubicaba la primera Catedral de Granada luego reconvertida en la Casa Grande/Monasterio de los Franciscanos, y finalmente en la Capitanía General de Granada. una bella portada de almohadillado rústico renacentista, que fue trasladada desde el presidio de la calle Cárcel Baja, y que conserva sobre su arco una cartela alusiva al Corregidor del momento.
Enfrente de todo esto se encuentra el Palacio del Marqués de Villaalegre de 1858, actualmente acoge el Colegio Nuestra Señora de las Mercedes (Las Mercedarias).
La encantadora fachada de este palacio historicista resulta algo difícil de apreciar en su totalidad, pues suele estar parcialmente cubierta por las copas de los árboles. Este palacio neoclásico del Marqués de Villaalegre tiene un  baño árabe en el sótano.
El Palacio de los Condes de Castillejo de Alazores es el último casón aristocrático digno de mención de la plaza.
Obra atribuida al genial arquitecto Diego de Siloé, su fachada original del sigloXVI resulta aún parcialmente visible en la calle Ballesteros: una portada renacentista de piedra se inserta en el chaflán del edificio, con arco de medio punto con forma de un peculiarísimo luneto. El tímpano aún conserva el escudo condal. Sobre esta pieza heráldica, se abre un vano esquinero con balcón, en donde destaca una curiosa columna angular de madera acanalada, con capitel compuesto y pedestal, recurso habitual en la arquitectura nobiliaria castellana. Las fachadas laterales exhiben preciosas ventanas platerescas de escayola.
Bajaremos por la calle Ballesteros hasta la calle Jesús y María donde nos encontramos con la Plaza de los Girones que presenta hoy el aspecto de una amplia calle arbolada con las vistosas fachadas de algunos palacios de los siglos XVIII y XIX, como: La Casa de los Girones, (de donde le viene el nombre a la plaza, aunque su entrada la tiene por la Calle Ancha de Santo Domingo).
Es un palacete almohade del siglo XIII que ha conservado algunas estancias originales, se trata del ejemplo de arquitectura doméstica musulmana más antiguo conservado en Granada, pues conserva todavía algunos de sus elementos originales árabes, como inscripciones caligráficas de yeso, zócalos esmaltados, restos cromáticos del siglo XIII temprano, arcos y vanos nazaríes, etc., todos ellos de un elevado interés, pues guardan relación temporal y estética con las construcciones almohades. Conserva algo de su patio original y el salón principal que están decorados con unos estucos más antiguos que los de la Alhambra.
El inmueble original fue una rábita u oratorio almohade que, en 1290, el emir Muhammad II transformó en residencia aristocrática. La casa fue luego, a finales del siglo XV, incluida en un palacio-almunia, patrimonio de una hermana de Boabdil el Chico, último emir nazarí de Granada.
En el patio interior de la Casa Árabe de los Girones se conservan algunas columnas árabes así como la alberca, también de origen árabe. También un pilar realizado en piedra de Sierra Elvira, colocado en el año 1598, una de las muchas reformas que ha sufrido el edificio hasta nuestros días.
El edificio fue levantado sobre un palacio árabe anterior, del que queda una sala baja a la que se accede por un arco de medio punto peraltado, decorado en las jambas con azulejos policromados.
En frente se encuentra el Palacio de los Condes de Gabia, es un edificio de larga tradición nobiliaria. Este inmueble fue adquirido, a principios del siglo XVIII, por Pedro Losada y Gutiérrez de los Ríos (X conde de Gabia La Grande y VIII de Valdelasgranas), a los herederos del caballero Gómez Zapata.
El Palacio de los Condes de Gabia, está construido a dos vientos. Inicialmente este inmueble era de dos plantas, y a cada uno de los lados, se levantaban sendas torres. Tras la remodelación del siglo XIX, el edificio quedó con tres plantas, la  configuración que actualmente podemos ver.
El Palacio de los Condes de Gabia ha tenido varios moradores. En sus inicios fue casa de los Zapata, posteriormente, por ser ésta casa próxima a la capitanía general de Granada, la hija del X conde de Gabia, Rosario Losada y Fernández fijó aquí su residencia tras casarse con el Teniente General de los Reales Ejércitos Enrique Enríquez y García.
En 1940 se reformó con retoques racionalistas, y fue sede de la antigua Escuela de Comercio de Granada, hasta 1979. Después la Diputación de Granada acometió trabajos de restauración y remodelación para instalar en este edificio el Área de Cultura, desde 1984.
Actualmente, tras varias remodelaciones y reformas se ha convertido en un espacio cultural, con salas de exposiciones y conferencias. Cuenta con un valioso archivo histórico, formado por 5000 legajos y 3500 libros, propios y de otras instituciones. Entre otros, se encuentran extractos del archivo del Hospital de San Juan de Dios, y acoge el archivo del centro José Guerrero.
Adosado a este palacio esta El Palacio de los Duques de Gor, El III duque de Gor, Don Nicolás Alvarez de Bohórquez y Giraldez junto a su esposa doña Consolación Ponce de León y Balleras, mandaron reedificar un antiguo inmueble de la familia en 1882. Para realizar el proyecto eligieron al arquitecto don Fran­cisco Jiménez  Arévalo.
El edificio es de dos plantas, y sigue los patrones de moda de la época.
Sin duda lo que hizo famosa a esta casa fue su fantástica biblioteca.
Actualmente acoge varias oficinas y aulas del anexo Colegio de las Mercedarias.
 
Volviendo a la calle principal, que ahora se llama Santa Escolástica, llegamos a la antigua Plaza del Realejo Bajo, actualmente rebautizada como Plaza Fortuny en honor al célebre y genial pintor catalán Mariano Fortuny (Reus, 1838–Roma, 1874). Durante una breve visita a Granada junto a la que sería su esposa, Cecilia (hija del pintor Federico Madrazo), Mariano quedó entusiasmado con la luz, el color y el encanto de la ciudad andaluza y se quedó a residir en ella entre 1870 y 1871. Aquí nacería su hijo (también Mariano), afamado escenógrafo teatral y diseñador de telas.
Subimos por la Cuesta del Realejo (la más grande de todas las que hay en este barrio) y subiendo sus empinadas escaleras, con barandilla, llegamos a los pies del hotel Palace, lo que quiere decir a los entornos de la Alambra.
Al principio de esta cuesta está el Pilar de Fuentenueva o Pilar de la Cuesta del Realejo como lo conoce la gente. Consta de una pila rectangular realizada con cinco piezas de piedra de Elvira muy bien diferenciadas por la pérdida de parte de la argamasa que las unía. Es ligeramente bulbosa, sin remate superior y con una pequeña base. En el frontis se distingue una primera franja lisa donde se colocan los caños de agua sin más decoración que un círculo que encierra el caño central. En él hay otra inscripción muy difícil de leer. Por encima de esta franja se sitúan las referidas cartelas, la central enmarcada. Constituyen la única decoración junto con unas esquemáticas y torpes aletas en relieve a los extremos. Coronando el frontis, se coloca un frontón triangular sobre una amplia cornisa y centrando el triángulo, una granada.
Un viejo pilar renacentista de piedra de dos caños, del siglo XVI, preside el arranque de la cuesta, a las espaldas del Convento de Santa Catalina. Un vistoso azulejo de la Virgen de la Misericordia, iluminada por farolillos típicos, protege esta fuente. La leyenda dice que, en otros tiempos, cada Noche de San Juan, las mozas casamenteras venían a lavarse la cara en este lugar, convencidas de que sus aguas milagrosas las harían más guapas.
Seguiremos hasta Plegadero Alto hasta salir a la Iglesia de San Cecilio, que fue levantada entre 1524 y 1534.
Realizada en las primeras décadas del siglo XVI, esta iglesia participa del magnífico paisaje que se puede contemplar en la plaza llamada Campo del Príncipe, viéndose toda una ladera repleta de cármenes. Su bella portada plateresca queda rodeada por las pinturas que, simulando arquitectura, cubren los muros del templo.
Situada en el barrio del Realejo, llamado así por las huertas de los reyes musulmanes que tuvo. Se construyó en conmemoración de una iglesia que la tradición asegura que existió aquí, en la que se permitía a los cristianos sometidos tener sus cultos, pero nada de ella se conservó.
La fachada está adornada con pinturas de carácter religioso, en la portada pone “Casa de Dios y Puerta del Cielo.
Aquí a los pies de la torre está el Pilar de la Torre de San Cecilio, es del siglo XIX y de los pocos que hay policromados.
Pilar de mármol blanco y pila abombada con dos sencillo caños, a ambos lados una franja de mármol de color salmón así como un rombo que hay entre los caños, le da un toque de color acorde con el resto de la fachada, y termina en un frontón triangular de color salmón y cornisa.
Bajamos y nos encontramos el  Palacio del Almirante de Aragón, antiguo Hospital Militar, en un edificio del siglo XVI, que conserva un bello patio decorado con motivos platerescos y un salón con alfarje de ornamentación mudéjar. Se trata de un conjunto de edificios que, desde el siglo XVI, conformaban el Palacio de los Mendoza, Almirantes de Aragón, y que ya en el siglo XIX utilizaron como hospital militar.
Palacio renacentista del siglo XVI, con añadidos barrocos del XVIII y reformado varias veces en los siglos XIX y XX para adaptarlo a los diferentes usos que ha tenido. Es la única de las importantes casas señoriales que se levantaban en torno al hermoso Campo del Príncipe que aún se mantiene en pie.
Ha tenido varios usos tras dejar de ser palacio de los Mendoza, como sede de la Junta de Comercio, Hospital de Santa Ana, colegio y Hospital Militar.
Seguimos, y  nos adentramos en el Campo del Príncipe, se llama así porque en 1497 se hizo esa explanada, sobre el solar de un antiguo cementerio musulmán,  para celebrar la boda del príncipe Juan, único hijo varón de los Reyes Católicos, aunque al final no se casó aquí. Desgraciadamente el príncipe no pudo celebrar su boda, porque seis meses después murió en Salamanca, según dicen de agotamiento sexual. A pesar de ello, la tradición popular creó la leyenda de que el nombre de Campo del Príncipe viene  de la muerte de Don Juan al caerse de su caballo.
La plaza es el centro neurálgico del Barrio, es un poco irregular, en sus límites incluso en su topografía, es un espacio con una arboleda, un área empedrada y un Cristo de los Favores.
Nada más entrar en la plaza hay un pilar de piedra con la pileta un poco abombada y dos mascarones en el frontal que expulsan agua por la boca, está coronado por una cornisa recta. y en un extremo una fuente.
En el  otro extremo de la plaza hay una fuente.
A un lado de la plaza se alza el Cristo de los Favores, al que los granadinos profesan gran fervor. Su momento cumbre lo tiene el Viernes Santo a las tres de la tarde (un cornetín toca silencio y se le piden tres deseos),  con Las Siete Palabras.
El Señor de los Favores -de jaspe y alabastro-, considerado el monumento de Cristo crucificado más castizo de toda Granada por lo que significa para todos los granadinos en especial para los que viven en el barrio de El Realejo, fue costeado por los vecinos quedando instalada en dicha plaza en el año 1640.
Entre 1679 y 1682 Granada y toda su provincia padecen una epidemia de peste bubónica que hizo estragos en la población, aumentando vertiginosamente la mortandad. Precisamente en el barrio de El Realejo la incidencia de este mal fue mínima. Los “greñúos” se lo atribuyeron a la intervención de El Señor de los Favores, gracias a las oraciones de la gente que acudía masivamente ante su presencia. Precisamente en 1682 se traslada el monumento a un lateral de la misma plaza, lugar preferente, el mismo que ocupa hoy entre cuatro faroles de forja y rodeado por una verja también de hierro forjado. Como la devoción al Señor de los Favores fue creciendo, incluso fuera de los límites de la provincia de Granada, el Arzobispo Fray Bernardo de los Ríos Guzmán concedió, a todas las personas que rezaran al Señor de los Favores un Padrenuestro y un Avemaría, 40 días de indulgencias. Asimismo, en 1788, el Arzobispo D. Francisco de Perea confirmó esos 40 días de indulgencias a quien rezara un Credo al Señor del Campo del Príncipe. 
Volvemos a la Plaza del Realejo si seguimos por la Calle Molinos, en el nº 12 se encuentra el hotel más estrecho del mundo (Hotel Molinos), así figura en el libro Guiness de los records. La anchura máxima del Hotel Molinos es de 5,2 metros en su parte más ancha, con una profundidad de 16,40 metros. Cuenta con nueve habitaciones distribuidas en tres plantas.
Desde aquí podemos ir hacia la izquierda por la calle Carnicería y entraremos en la Plaza de Santo Domingo, en esta plaza veremos el Beaterio de Santo Domingo hoy Colegio Mayor femenino Santo Domingo,  fundado en 1701 por Teresa Titos Garzón para educar a las niñas pobres y alojar a las mujeres necesitadas.
Junto a su gran portada barroca de piedra y ladrillo, se perfila la portada del antiguo Hospital y Casa del Arte de la Seda, centro asistencial para los oficiales de tan importante gremio, base económica del Realejo de los siglos  XVI y XVII. En 1511, se creó en Granada la Casa del Arte de                                                                                                                                                        certificar con su sello la calidad de las sedas. A mediados del siglo XVI se labraba tanta seda en Granada y su reino que casi toda la gente vivía de los más de 300 tornos que había; y un siglo después funcionaban unos 3.000 telares que producían sobre todo rasos, felpas y brocados.
Al lado está la estrecha callejuela Cobertizo de Santo Domingo, constituida por una bóveda de medio cañón toda de ladrillo que une la iglesia y el Colegio Mayor. Está decorado al exterior con una ventana de medio punto protegida por una artística reja, sobre la que abre un ventanuco redondo y un segundo cuerpo de ventanas, y en su interior se aloja el Camarín de la Virgen del Rosario.
Solía aplicarse la denominación de cobertizo: a los lugares a cubierto por los salientes de los tejados; a las calles generalmente estrechas y cubiertas por estos aleros; a esos pasadizos que unían dos casas de un mismo propietario salvando una calle o, incluso a los portales.
Granada, como heredera de un pasado urbanístico medieval, era rica en cobertizos, callejones, callejuelas, casas de paso y hasta postigos o calles con puertas. Eso ha dejado una rica huella en la toponimia de la ciudad.
Pasando por el cobertizo y por detrás de la Iglesia llegamos a la calle Paco Seco de Lucena donde está el parque del Cuarto Real de Santo Domingo, que es el último vestigio al aire libre y público que queda de lo que fueron unas huertas y jardines extensos, propiedad de la aristocracia nazarí del siglo XIII.
El Cuarto Real de Santo Domingo fue una posesión de los monarcas nazaríes de Granada, llamada la Huerta Grande de la Almanxarra. Los Reyes Católicos lo cedieron a la Orden de Santo Domingo para la fundación del Convento de Santa Cruz la Real. La antigua propiedad fue sufriendo sucesivas mermas, acentuadas tras la Desamortización de los bienes eclesiásticos del siglo XIX. En ese momento, la parte de la finca no ocupada por el convento pasó a manos privadas. El Cuarto Real y un resto de la huerta fueron adquiridos por el Ayuntamiento de Granada en 1990.
Y a el Cuarto Real de Santo Domingo que es un antiguo palacio de época almohade, ubicado junto a la cerca que cerraba el barrio de "Rabad al-Fajjarin" (hoy Realejo), en la Granada musulmana.
Tras la conquista de Granada, el edificio pasó a manos de los Reyes Católicos, quienes se lo cedieron a los Dominicos, que lo unieron al convento de Santa Cruz la Real. Es de  arquitectura residencial del siglo XIII.
Fue Palacio Real Nazarí con jardines, la sala principal en uno de los torreones de la muralla sobre la Cuesta de Aixa, fue retiro real en el Ramadán. De planta cuadrada, se realizó en el siglo XVII, con alcobas laterales, arcos decorados, capiteles de transición, yeserías, inscripciones y armadura de cubierta de lazo. Los zócalos alicatados en las impostas del acceso en cerámica dorada con inscripción cúfica. Unido al Palacio de los Dávila Ponce de León, ha sido donado para ser restaurado y ubicar el Museo de la Ciudad.
Las propiedades de los dominicos también incluían el Cuarto Real de Santo Domingo, hacia el sur, y el solar que hoy ocupa la comisaría de policía en la plaza de los Campos.
Llegamos al Convento de Santa Cruz La Real, el más importante, rico y grandioso de toda Granada; sin duda, esto se debía al claro trato de favor que los Reyes Católicos dispensaron siempre a la Orden de Sto. Domingo, en agradecimiento por sus servicios prestados en la corte.  Fue éste uno de los primeros monasterios nacidos tras la Toma, y para remarcarlo, fue erigido sobre la antigua y poderosa Mezquita de Al–Hatar de al–Fajjarín.
Apenas un año después de las capitulaciones, en 1493, el dominico Fray Alonso de Valiza tomó posesión de la mezquita, y de una gran porción de las huertas de la Almanxarra y Geninataubín, con sus almunias nazaríes –como el Cuarto Real de Santo Domingo–. Esto supuso que la Orden dominica se enriqueciera hasta llegar a ser la más rica de la ciudad, en el S. XVI.
Este complejo monástico dominico ha pasado, a lo largo de su turbulenta historia, por toda clase de avatares: fue utilizado durante la invasión francesa como cuartel de caballería y cárcel; tras la desamortización  de Mendizábal (1835) perdió la mayor parte de sus dependencias originales, y se destinaron muchas a locales para el Liceo Artístico y Literario y a Museo de Antigüedades, a finales del siglo XIX, se amplió el convento –destruyendo el Claustrillo y el Noviciado– para acoger el nuevo Colegio Preparatorio Militar, obra que nunca se terminó. Entre 1893 y 1920, el lugar fue también cuartel de artillería. En fecha reciente se firmó el acuerdo de restitución y los religiosos pudieron regresar a su viejo convento, reinaugurado como centro teológico y colegio mayor, actividad que prosigue en nuestros días con éxito. Una historia marcada por tantos cambios de función, ha implicado, la modificación del aspecto original del inmueble.
Justo delante de la puerta principal del colegio mayor, cruzando la calzada empedrada, llama la atención la peculiar, casi chocante, presencia de dos desgastados leoncillos de piedra, sentados sobre sus cuartos traseros a modo de impávidos guardianes, mientras sostienen unos escudos de Granada.
Antes estos leoncillos decoraban el Puente del Genil, en el Paseo del Salón, pero a mediados del siglo XX fueron sustituidos aquellos y los viejos trasladados aquí como ornamento urbano.
Llegamos de nuevo a la Plaza de Santo Domingo. En 1942, gracias a un proyecto del alcalde Gallego y Burín -dentro de su plan de reordenación urbana- se inauguró la actual Plaza de Santo Domingo, frente a la iglesia homónima.
Presidiendo la plaza hay una  escultura en bronce de Fray Luis de Granada,  poeta, místico y filósofo del siglo XVI, magnífica obra de Pablo Loyzaga de 1910, que inicialmente se ubicaba en Plaza Bib-Rambla. La decisión de Gallego de trasladarla aquí fue acertada, pues potencia el carácter religioso del lugar, y hay que tener en cuenta que éste fue el lugar donde el dominico predicó y estudió durante gran parte de su vida. El pedestal prismático acoge inscripciones con breves datos biográficos y un listado de la obra literaria más destacable del homenajeado.
Fray Luis, de verdadero nombre Luis de Sarriá (Granada, 1504 – Lisboa, 1588), nació en el Realejo, en la Calle Molinos, en el seno de una familia muy pobre. Más tarde, estudió en el Convento de Sta. Cruz y llegó a ser preceptor de los hijos del Conde de Tendilla. En Córdoba se hizo amigo de S. Juan de Ávila. Los últimos años de su vida los pasó en Portugal donde se exilió huyendo de la Inquisición. 
El quiso que el nombre de su ciudad quedara para siempre ligado a su propio nombre, y por eso se hizo llamar Fray Luis de Granada. Fue un gran predicador y estuvo durante varios años en el convento de Santa Cruz.
 
Su predicación fogosa y vivaz, rompe, sin salir de la ortodoxia, con la línea tradicional dominica, obsesionada con la rigidez teológica y la limpieza doctrinal de la fe. Como teólogo, siguió una línea más agustiniana y franciscana, proclive a la sensibilidad y la imaginación, aunque siempre con base en la razón. Tal vez por eso dos de sus obras, Guía de pecadores (1556) y Libro de la oración y la meditación (1554) fueron investigadas por la Inquisición, bajo sospecha de recoger ideas iluministas. Escribió en castellano y no en latín, como era habitual en la época.
La Iglesia de Santo Domingo, Fundada en el siglo XVI por los Reyes Católicos, está considerada como una de las más interesantes de toda la ciudad, predominando el gótico, con arreglo al cual se hicieron los arcos y bóvedas; sin embargo, las columnas, ventanas, cornisas y el portón son todavía románicas, por lo que presenta varios estilos (barroco, gótico tardío y renacentista).
Forma parte del Monasterio de Santa Cruz la Real, lugar donde el Tribunal de la Santa Inquisición celebró sus sesiones.

sábado, 3 de mayo de 2014

Un Paseo por El Realejo

El Realejo  ha sido siempre y continua siendo un barrio de gran sincretismo, tanto cultural (histórico, monumentos, tradiciones como la Semana Santa o el Día de la Cruz) como religioso (coexistieron durante un tiempo en armonía judíos, musulmanes y cristianos). Como uno de los barrios históricos de Granada aúna excepcionalmente lo antiguo y lo moderno, conservando singularidades únicas como sus carmenes, cobertizos o lavaderos y acequias, o sus típicas costumbres gracias al dinamismo de personajes muy pintorescos. Además, sigue manteniendo su tradicional papel como mirador de toda la ciudad y como lugar de reunión para los habitantes de la capital y los que la visitan, en el que se puede pasear tranquilamente, conversar en sus numerosas terrazas y bares degustando las típicas tapas, o salir por la noche para tomar una copa.
El Realejo es el arrabal judío de un antiguo barrio musulmán, en el que ya no quedan ni siquiera los restos de las murallas ni de las Puertas tan famosas como eran las de: Fajarín, Neched, Alfareros y de los Molinos, debido a una remodelación y al crecimiento del barrio, ya no queda nada. Sólo en la parte alta, el entresijo de callecitas recuerdan los barrios árabes. Todos estos barrios están situados en colinas y construidos en las laderas de la colina. El centro neurálgico del barrio es el Campo del Príncipe
A través de los años, el Barrio Realejo era un importante barrio judío que los árabes llamaron Garnata al-Yahud (Granada de los Judíos) al llegar a Granada en el siglo VIII. Durante los años del reinado árabe, todos vivieron juntos de forma más o menos pacífica pero después de la conquista cristiana por los Reyes Católicos, se expulsaron a los judíos, se destruyó el barrio judío y lo renombraron El Realejo.
Una de las plazas más importantes en el Realejo es el Campo de Príncipe que se sitúa sobre el antiguo cementerio musulmán. La plaza se construyó en 1497 para celebrar la boda de Juan el hijo de Isabel y Fernando después de casarse en Cantabria. El foco de Campo de Príncipe es la estatua en jaspe y alabastro de Cristo de los Favores. La pagaron los residentes del Realejo Alto y se instaló en 1640. Entre 1679 y 1682, toda la provincia de Granada era destrozado por la Peste Bubónica. Afortunadamente, el Realejo era el barrio menos afectado y la gente creía que eso se debía al hecho de rezar ante la estatua. Tal era la devoción de la estatua que el Arzobispo Fray Bernardo de los Ríos Guzmán declaró que a cualquier persona rezando al Cristo de los Favores el Padrenuestro y un Ave María le cederían 40 días de perdón. Hoy en día, cada Viernes Santo se congrega una multitud de personas alrededor de la estatua a las 15:00 para pedir tres deseos.


Vamos a empezar el recorrido en la Plaza del Padre Suarez, en ella se sitúa el Palacio del Marqués de Villa Alegre, construcción perteneciente a una de las sucesiones que proceden del caballero Ponce Porcel de Peralta con Francisca de Viedma y de Lezama. Proyectada por el arquitecto Juan Pugnaire en 1557 en estilo neoclásico y neo renacentista, hoy en día lo ocupa el Colegio regentado por las Madres Mercenarias.


En el nº 2 de la Plaza se encuentra la Casa Museo de los Tiros.
Fue construida en el siglo XVI a similitud de los palacios granadinos de la época y adquirida por Gil Vázquez de Rengifo, comendador de Montiel y uno de los caballeros que participaron en la Conquista de Granada junto a los Reyes Católicos. La casa formó parte de la muralla del barrio de los Alfareros, de ahí su aspecto de fortaleza militar. Del edificio original sólo se conserva el Torreón, en torno al cual se ha ido construyendo posteriormente.
Los primeros propietarios de la casa fueron los Granada Venegas, linaje que comienza con Pedro de Granada (Cidi Yahya) noble descendiente de Yusuf IV e hijo del infante del Almería y Alcaide de Baza, se reconvirtió al cristianismo. Se casó con su prima Cetti Meriem, que cambió su nombre por el de María Venegas una vez reconvertida junto a su marido, comenzando con esta unión el linaje de los Granada-Venegas.
La casa ha pertenecido hasta 1921 a los Marqueses de Campotejar, título que le fue otorgado a la familia Granada Venegas en reconocimiento a los servicios prestados a la corona que tras un largo pleito mantenido con ellos (desde el siglo XVIII al XX), pasó a manos del Estado.
La fachada de la torre, pues tal es la forma del edificio, de sillería y decorada por cinco esculturas sobre consolas, que representan a Hércules, Teseo, Mercurio, Jasón y Héctor. Los héroes están representados en actitud de disposición a entrar en batalla en cualquier momento. Tienen los pies separados para alcanzar mayor estabilidad, los hombros enderezados y la vista enfocada fijamente a la lejanía. Las figuras son en tamaño natural y dado que la fachada del estrecho edificio de tres pisos carece de otros elementos decorativos, su virilidad y belicosidad causan una gran impresión. En la fachada se abre una gran puerta adintelada del siglo XVII y sobre ésta hay tallada una espada que perfora un corazón. Se puede leer el siguiente lema: "El (corazón) manda".
El museo fue creciendo con obras como dibujos, grabados, litografías, fotografías, planos, piezas de artesanía local como barros, faroles, tejidos, fondos bibliográficos de temática granadina, de viajes, publicaciones seriadas, folletos, carteles o periódicos, donados por particulares que conforman los fondos de este museo.


A la izquierda se sitúa la Casa del Padre Suárez.
Es una construcción de la primera mitad del siglo XVI levantada sobre otra vivienda anterior que perteneció a Diego de la Cueva, conquistador de Guadix. Con posterioridad pasó a ser propiedad de Cidi Yahia, después de Pedro de Granada Venegas y en 1510 de Alonso Suárez de Toledo, quien vino al servicio de los Reyes Católicos como su mayordomo cuando el ejército castellano tomó Granada. Su hijo fue Gaspar Suárez de Toledo, oidor de la Chancillería y padre a su vez del famoso filósofo jesuita P. Francisco Suárez de Toledo Vázquez de Utiel y González de la Torre, conocido por el sobrenombre de “Doctor Eximio” y a quien debe su actual denominación. En el siglo XVIII pasó a sus sobrinos, los vizcondes de Rías, y luego al marqués de Corvera, actual poseedor de dicho título y emparentado con la misma familia Suárez de Toledo (al igual que los apellidados Afán de Ribera) y quien acabó vendiéndola en el siglo XIX, instalando en ella entonces una fábrica de sombreros. Después perteneció al notario Felipe Campos de los Reyes, y por último y desde 1954 al Ministerio de Educación. A partir de 1966 albergó los archivos de la Real Chancillería de Granada y el Histórico Provincial, función que aún hoy desempeña y para la cual se remodeló su interior puesto que debía acoger más de nueve kilómetros de estantes con antiquísimos legajos, que actualmente están gestionados por el Ministerio y la Consejería andaluza de Cultura.
En la calle Pavaneras se alza el Palacio de los Marqueses de Casablanca, casa señorial que al parecer fue edificada sobre una mezquita árabe anterior y de nombre desconocido. Su nueva construcción en estilo mudéjar fue promovida a principios del siglo XVI por Luis Maza de Lizana, hidalgo emparentado también con los Granada Rengifo, antepasado del título que le da nombre ahora (con el apellido Torres Ponce de León, aunque la distinción familiar se otorgó el 9 de Noviembre de 1712 a Luis Maza de Mendoza y Montalvo), y cuyo escudo timbrado por una celada con lambrequines y plumas figura en la fachada sobre una cruz de Calatrava. Entre algunos de sus notables moradores hay que recordar al obispo de Tortosa Justino Antolínez y al entonces famoso sacerdote Francisco de Velasco, llamado el Cura Santo y muerto aquí en “olor de santidad”.
Su frontispicio actual sólo conserva de su primitiva época de construcción una ventana original enrejada y decorada con yesería plateresca (cabezas de guerreros y de mujeres, “candelieri” y floreros), y otro escudo cuartelado y timbrado de un casco que remata un penacho de plumas y cintas (de linaje desconocido, hoy se encuentra situado en el lateral de la vivienda abierto a la cercana calle Cocheras de San Cecilio), decoración que al parecer es posterior al Quinientos y al resto de la casa.
Tal escasez de elementos originarios se debe a las tres importantes restauraciones que experimentó este inmueble tras los incendios que sufrió en 1910.
Justo al lado del Palacio subiremos por la Cuesta Pañera para ascender por la Cuesta de Mauror, donde nos encontramos con el Carmen del Mauror, destaca por su abundante agua ya que a lo largo de sus extensas tapias hay embutidos dos pequeños pilares públicos de piedra con un surtidor de agua.

Continuamos por la Placeta del Berrocal y continuamos hacía la calle Cruz de Piedra en la cual giraremos hacia la izquierda hacia la calle Torres Bermejas. Aquí nos encontraremos las Torres Bermejas. El castillo de Torres Bermejas o del Mauror es de la etapa nazarí, pero en sus orígenes, de los que no tenemos restos arqueológicos, sería el más antiguo de Granada ya que se situó en esta alta colina que domina toda la zona que habitaron los judíos a comienzos del imperio Romano (s. I-II d.C. aproximadamente), emigrados desde Oriente y que se establecieron en lo que actualmente es la Antequeruela y Realejo. Actualmente subsisten tres torres de argamasa, con puerta abierta entre dos de ellas, con un baluarte en su parte que mira hacia el Albaicín, y un aljibe bajo el mismo. Las tres torres son de diferente tamaño, siendo la mayor la del centro, con tres plantas.

Originalmente, formaban parte de un castillo, "Hizn Mawror", que estaba situado en la cerca oriental de la ciudad nueva, junto al barrio del mismo nombre. Con la ampliación de la ciudad hacia el Este, en época almorávide, quedó dentro del recinto. Se construyó en una época tan temprana como el siglo IX, aunque sufrió sucesivas remodelaciones en época nazarí, y en los siglos XVI y XX.
En la etapa musulmana era la Judería o Aljama, diseminada, que daba nombre a Granada, la Garnata al-Yahud, la Granada de los Judios. Así pues el castillo del Mauror servía tanto para su defensa como para su vigilancia y control.

Tiene unas vistas impresionantes a la Alhambra con la Torre de la Vela en primer plano.

Una vez después de contemplarlo, continuamos nuestro paseo por el Callejón de Niño Royo. En mitad del callejón se encuentra el Carmen de Rodríguez Acosta.
José María Rodríguez Acosta (1878-1941) fue un pintor granadino que vivió al margen del mundo artístico y consagrado únicamente a su propia obra, ya que su patrimonio familiar le permitía esos lujos. La casa donde está situada la Fundación Rodríguez Acosta es un compendio de estilos y fue decorada con los objetos que trajo de una parte y otra del mundo, de ahí su exótico aspecto. Se constituyó en Granada en 1941, tras la muerte del pintor José María Rodríguez Acosta, y está ubicada en el Carmen que él mismo había hecho construir en el siglo pasado. En él se creó el Instituto Gómez Moreno, en 1973, con el fin de acoger y difundir el legado de Manuel Gómez-Moreno Martínez. Dicho legado se compone de una rica colección de obras de arte histórico y objetos arqueológicos: frescos de Palomino, las tallas del Bautista y pinturas de Bocanegra, esculturas, dibujos, esmaltes, cerámicas, vidrios, exvotos ibéricos, vasos griegos, y de una biblioteca y un archivo especializados que conservan los materiales y los resultados de su extraordinaria labor intelectual. La parte principal de sus instalaciones está destinada a museo y a salas de consulta para investigadores. La Fundación tiene como cometido primordial el favorecer todo género de investigaciones científicas y potenciar e incentivar la cultura.
Tras pasar por el Carmen y a muy pocos metros se alza el Hotel Alhambra Palace. El 1 de enero de 1.910, S.M. El Rey D. Alfonso XIII inaugura el Hotel Alhambra Palace. Obra del Duque de San Pedro de Galatino, aristócrata, político, empresario, y sobre todo gran visionario de su época, hace realidad uno de sus mejores sueños. 18.000 turistas visitaban ya por entonces La Alhambra, y esta obra supone el complemento perfecto para el incipiente turismo romántico de la época. Enclavado en pleno recinto del romántico monumento y dominando la ciudad de Granada, conserva intacto el embrujo, la magia y la opulencia de su glorioso pasado. Hotel de Lujo y Casino de 1.910 a 1.936, Hospital de Sangre durante la Guerra Civil, y referente internacional del turismo de lujo desde 1.942. Ha sido además la principal embajada en Granada de grandes personalidades del mundo del arte, la cultura, la política y la nobleza del mundo entero, según queda reflejado en su Libro de Oro.

El Dalai Lama, el Príncipe Carlos, Adolfo Suárez, Severo Ochoa, Charles de Gaulle, García Lorca, Sara Montiel, Anthony Queen, Vivien Leigh, Mariah Carey, Brad Pitt, la Selección Española de Fútbol, Andrea Casiraghi... El segundo hotel más antiguo de España, modernizado y adaptado a los tiempos actuales, ha visto pasar por sus salas y habitaciones a poetas, músicos, políticos, actores y demás personajes ilustres a lo largo de sus 101 años de historia. Glorias pasadas, líderes de opinión actuales, jefes de Estado, Casas Reales, todos tienen en común haber vivido, durante unos días, en el Hotel Alhambra Palace.
Desde miembros de Familias Reales como la española, desde Alfonso XIII hasta don Juan Carlos I y la Reina Sofía, pasando por el Príncipe de Asturias, el Rey Aga Khan de la India, el Príncipe de Qatar y actual dueño del Málaga C.F., Al-Thani, el Príncipe de Gales, Carlos de Inglaterra, el Rey Fayd de Arabia Saudí, el Rey Carlos Gustavo XVI y la Reina de Suecia, Jaime de Marichalar, el hijo de Carolina de Mónaco, Andrea Casiraghi... han elegido el Hotel Alhambra Palace.
Desde la puerta del hotel iremos hacia arriba a la derecha por la calle Antequeruela Alta, y aquí se encuentra el Centro Manuel de Falla.
El Auditorio Manuel de Falla de Granada es la sede de la Orquesta Ciudad de Granada, y del Centro Cultural y Archivo Musical Manuel de Falla. Fue inaugurado en 1978 con un concierto de la Orquesta Nacional de España, bajo la dirección del maestro Antoni Ros-Marbà, que tuvo lugar el día 10 de junio. El auditorio, diseñado por el arquitecto José María García de Paredes, está ubicado en las proximidades de los jardines de la Alhambra. El edificio está formado por dos grandes salas, de excelente acústica, situadas a ambos lados del escenario (sobre el que se emplaza el gran órgano del Auditorio Manuel de Falla); una cafetería y salas de exposición permanente de obras de arte. El acceso al edificio tiene lugar a través de un amplio jardín.
Una vez fuera del recinto subiremos por la calle Campo de los Mártires hasta el final en el cual se encuentra el Carmen de los Mártires.
Llamado por los árabes "campo de Ahabul", el Carmen de los Mártires fue el lugar desde donde Boabdil partió para hacer entrega de su amada ciudad a los cristianos. Isabel la Católica construyó una ermita en el lugar como recuerdo de ese día. Más tarde se levantó un convento y, sobre sus ruinas, un palacete. En su entorno, un jardín.
Construcciones y espacios verdes que encierran los avatares de un lugar con varios siglos de historia, donde el jardín que lo rodea y lo embellece llega a nuestros días con una extensa mezcla de acontecimientos incrustados en su trazado. Trozos de historia, esplendor y ruina, un caos ordenado. Jardín, huerto, isla, lago, patio, un jardín de jardines.


El Carmen de los Mártires se encuentra ubicado en la colina de la Alhambra. Un magnífico palacete, jardines románticos y huertos nazarís sobre la ciudad de Granada.
En el siglo XI se produce una expansión y desarrollo urbanístico que se extiende por el barrio de los Alfareros, con su famosa alameda de Muamil que en dirección a la Vega puebla con huertos y jardines el Campo de Ahabaul, al que los cristianos llamaban Corral de los cautivos y más tarde Campo de los Mártires, zona de maniobras militares y justas medievales, sembrada de silos y mazmorras, como describe Jerónimo Münzer en 1494.
Boabdil partió de este lugar para entregar las llaves de la ciudad. La reina Isabel la Católica erigió una ermita para rememorar este acontecimiento. En 1573 se erige el convento de los Carmelitas, del que fue prior San Juan de la Cruz, que además de escribir varios libros durante su presencia en el convento, plantó árboles y dedicó parte de su tiempo al cuidado del huerto y los jardines monacales de lo que, más tarde, serían Los Mártires. La figura del místico está relacionada con un árbol a cuya sombra se sentaba a escribir, este árbol se creía que era un cedro del Líbano, aunque en realidad se trata de un ciprés que puede ser visitado siguiendo el camino que discurre tras el huerto monacal. Tras ser destruido el convento, la propiedad pasa por diferentes manos hasta que lo compra el general Carlos Calderón, que fue quien edificó el actual palacete.

El máximo esplendor, sin embargo, llegó de la mano de Huberto Meersmans, que lo adquirió en 1891. Según algunos cronistas "el estanque se convirtió en lago romántico con una isla en el centro, cargada de evocadoras ruinas y airosos intercolumnios. En la huerta conventual surgieron espléndidas avenidas con detalles escultóricos de estilo versallesco, laberintos de perfumado mirto y jardines andaluces con fuentes moriscas, hirvientes cascadas y grutas ocultas. Existía un espeso bosque en cuyas umbrías pastaban ciervos en libertad.
En 1930 la propiedad es adquirida por el Duque del Infantado del que cuentan las crónicas que "embelleció casa y jardines, dedicando a cascadas y lagos los vestigios de su pasión hidráulica". Cristina de Arteaga escribe que "dolido de que no quedara en el Carmen memoria alguna de Felipe II, el monarca que dio a los Carmelitas el agua capaz de transformar el desierto en oasis le dedicó una gran fuente, que llevaría su nombre, entre las embrujadas sombras de un sinfín de palmeras fundidas en una sola masa", el actual jardín de las palmeras.
En los años 70 y después de pasar de manos privadas a públicas, una operación inmobiliaria destruyó gran parte de la propiedad bajo la pretensión de construir un hotel. La presión social impidió que el proyecto siguiese adelante, aunque no se pudo evitar gran parte de la destrucción. El bosque desapareció casi por completo, decenas de árboles centenarios y el laberinto romántico que lo atravesaba desaparecieron, así como ejemplares de plátanos, castaños de indias, cedros, madroños y una encina cuya plantación se atribuía a Santa Teresa de Jesús.
Volvemos sobre nuestros pasos y bajaremos por la calle Antequeruela Baja y giramos hacia la derecha por la calle Parra de San Cecilio, al final de esta calle se alza la Iglesia de San Cecilio.
Dice la tradición que, durante la dominación musulmana existió en éste lugar un templo en el que los cristianos sometidos celebraban sus cultos, en recuerdo de lo cual a un conserva ésta parroquia el privilegio de tocar una campana el jueves santo para llamar a los fieles. Construida en 1501, la iglesia debió asentarse, primeramente, en la mezquita de la calle Antequeruela, que parece estaba más arriba de donde está ahora y fue derribada en 1540 a poco de terminarse el nuevo templo, comenzado hacia 1528 y ultimado en 1534 por el albañil Pedro Ríos y el carpintero Juan del Castillo sobre un solar de una antigua sinagoga que tuvieron los judíos en la Granada Nazarí, aunque hay quien apunta que éste terreno había sido ocupado por un oratorio cristiano permitido por los soberanos de la Alhambra.
Su portada, obra de Juan de Marquina (1533), es plateresca y ostenta la imagen del santo titular, obra de Nicolás de León. También aparece el escudo del arzobispo Don Gaspar de Ávalos.
El interior consta de una sola nave, atravesada por cinco arcos orgivales apoyados en columnas con capiteles góticos cubierta con simple techumbre de madera y diez capillas a los lados con arcos de igual forma.
Las obras de escultura conservadas en ésta iglesia merecen citarse un cristo atado a la columna, de mediados del siglo XVI del tipo de los de Rojas; la virgen de belén sentada y en actitud de vestir al niño, hecha por Alonso de Mena para el desaparecido convento de mercedarios en la calle Belén, del que procede una Nuestra Señora de la Paz, labrada en 1709; un pequeño San Pedro Alcántara, de José de Mora; y la estatua de vestir de San Cecilio de Francisco Morales. También se encontraba en ésta iglesia un crucificado del tipo de Rojas del Siglo XVII y un pequeño San Roque, del círculo artístico de Pablo de Rojas, actualmente en la catedral.
En el año 1969, víspera de Navidad, ésta Iglesia sufrió un incendio por lo que se perdieron numerosas obras de arte y tuvo que restaurarse, así como pintarse la Torre, de una manera desafortunada.  Entre las obras perdidas se encuentran cuatro tablas con pasajes de la vida de San Cecilio, de Pedro de Raxis y que procedían del destruido retablo que, de 1602 a 1604, hizo para ésta Iglesia en unión de Miguel Cano, el citado pintor y que terminó Juan García Corrales habiendo desaparecido anterior al incendio, la tabla del calvario, del mismo pintor Raxis, transformándose en un San Emigdio, la imagen del titular; un cuadro del Cristo de la Columna firmado por José Risueño y los fragmentos de lienzos de gran tamaño, con santos de la orden Carmelita, procedente del convento de los Mártires, de Francisco Gómez de Valencia (1683). Las cajoneras de la Sacristía, hoy en Madrid, las talló Esteban Sánchez. A ésta Parroquia se agregó, al ser suprimida, la de Santa María de la Alhambra. El púlpito lo hizo en 1685 Diego López.
Ésta Iglesia era frecuentada por Don Manuel de Falla. Aún hay vecinos que recuerdan al maestro, siempre delicado de salud, bajando por la cuesta para escuchar misa en San Cecilio.

Siguiendo nuestro camino hacia abajo nos dirigimos directamente al Campo del Príncipe. Auténtico corazón del lugar y plaza construida sobre el solar de un antiguo cementerio musulmán, que recibió este nombre porque el Ayuntamiento mandó explanar el lugar en 1497 para que se celebraran en él las bodas del príncipe Juan. Cada Viernes Santo a las tres de la tarde miles de granadinos se reúnen en torno al Cristo de los Favores para pedir tres gracias en medio de un espectacular silencio, siguiendo una tradición que se remonta al siglo XVIII. La tradición atribuye el nombre al hecho de haber muerto en el lugar, al caer del caballo, un príncipe cristiano, o haberse depositado en una de las huertas cercanas el cadáver de un príncipe árabe. Aquí también se ha dicho que fue expuesto el de Muley Hacén, traído en acémila, por orden del Zagal a testimoniar su muerte. En 1513 se hace una plaza para la celebración de "fiestas de justas y cañas de lo cual esta ciudad tiene mucha necesidad". En 1518 se festejan las bodas de la duquesa de Sesa, hija del Gran Capitán. En los siglos XVII y XVIII será centro y escenario de alborotos populares promovidos por los oficiales sederos pidiendo y consiguiendo en marzo de 1648 la destitución del Corregidor.

Gracias a su ubicación podemos gozar de una espléndida vista de los barrios de la Antequeruela y Mauror y parte del otrora llamado Balcón del Paraíso (los Mártires). Más arriba se contempla la Iglesia de San Cecilio, a donde llegaban en otros tiempos las alamedas y el Hospital Militar. En la actualidad los atardeceres y las noches son bulliciosas y animadas ambiente propiciado por los numerosos bares que lo vivifican.
En uno de sus accesos se coloca un pilar de dos caños y en un lateral una fuente, tiene pavimentados numerosos espacios con el típico empedrado granadino. En un lugar abierto y destacado se eleva una bella cruz de piedra con la efigie de Cristo , que la piedad popular levantó en 1640 en el Realejo Alto y 42 años después fue trasladada aquí: El Cristo de los Favores , el cual es protagonista de varios actos religiosos durante la Semana Santa granadina.
Bajamos por la calle Mondújar y Jarrete hasta la calle Santiago, donde se encuentra el Convento de las Comendadoras de Santiago. Fundado en los primeros años del siglo XVI por orden de la reina Isabel la Católica. Su pequeño patio sirve, cada año, para que la cofradía de la Oración en el Huerto monte los pasos en los que realizarán los titulares la estación de penitencia. En la iglesia del convento, la cual fue muy reformada en el siglo XVIII, se conservan bellas obras entre ellas los titulares de la cofradía, el Señor de la Oración y María Santísima de la Amargura. Los tres apóstoles que acompañan al Señor en Semana Santa, son guardados en unas dependencias del convento. Es por ello que no ha de perderse, cada Lunes Santo, el disfrutar de esas tres magníficas obras de la imaginería del siglo XX.
Seguimos por la misma calle y llegamos hasta la Iglesia Convento de las Dominicas
Pasamos por la Portería de Santo Domingo hasta llegar a la plaza de Santo Domingo y aquí se alza la Iglesia de Santo Domingo.
La Iglesia de Santo Domingo de Granada presenta varios estilos: barroco, gótico tardío y renacentista. Forma parte del Monasterio de Santa Cruz la Real y comenzó a construirse en 1512, conforme al gusto ojival, al que corresponden sus arcos y bodegas, si bien, el resto de su fábrica y su decoración son románicas. Interrumpida la construcción cuando se hallaba terminado el cuerpo de la Iglesia, se reanudó en 1532, construyéndose años más tarde, sin que sepamos quien fuera su tracista ni el director de la obra. Precede la entrada de la Iglesia de Santo Domingo, un pórtico de piedra con tres arcos de medio punto sobre columnas dóricas y en sus enjutas campean las iniciales de los Reyes Católicos, el escudo de éstos, el del Emperador, y el lema "Tanto monta" en el centro. Por encima del pórtico se abre una ventana de dos arcos, separados por una columnilla, inscritos en otro profusamente decorado, en cuyas enjutas aparecen Victorias esculpidas. Aquí, tenía su sede el Tribunal de la Santa Inquisición y se enterraba a las familias nobles de la ciudad.
Continuamos por la calle Carnicería hasta confluir en la calle Santa Escolástica hasta llegar a la calle Pavaneras y al final de esta, se encuentra la Capitanía General.
La Capitanía de Granada fue creada tras la conquista completa del reino nazarí de Granada en 1492, siendo la primera de su índole creada en la Corona de Castilla. Su principal cometido era la defensa costera del reino, amenazado desde África, y el control sobre la población mudéjar, llamada morisca a partir de 1502. Recayó como cargo vitalicio y hereditario en los marqueses de Mondéjar, alcaides de la Alhambra, y su sede se instaló en dicha fortaleza.
Aunque la Casa de Mondéjar apenas tenía señoríos en el reino de Granada (que se limitaban a Agrón), la Capitanía General permitió a la casa nobiliaria tejer una fuerte red clientelar y de patronazgo en dicho territorio. A ello debió contribuir notablemente su parentesco con la Casa del Cenete y con la Casa del Infantado, las tres del linaje de los Mendoza. Tanto el duque del Infantado como el marqués del Cenete, posteriormente unidos en la misma persona, sí que tenían un abundante número de señoríos jurisdiccionales en el reino. Sin embargo los enfrentamientos jurisdiccionales entre el Capitán General y el señor feudal más poderoso del reino de Granada, el marqués de los Vélez, Capitán General del Reino de Murcia, fueron constantes. Asimismo fueron frecuentes en este periodo los conflictos y disputas entre la Capitanía, la Chancillería de Granada y los concejos municipales. El funcionamiento de la Capitanía General como tribunal militar y la subsiguiente utilización del fuero militar, sirvió en ocasiones para eludir la justicia ordinaria.
La Capitanía General de Granada estuvo durante tres generaciones en manos de los marqueses de Mondejár, hasta que el III marqués fue privado de dicho cargo por mandato real en 1570, en castigo por su actuación al frente del ejército durante la Rebelión de las Alpujarras. Durante este periodo la Capitanía General de Granada fue un órgano con atribuciones militares, gubernativas y políticas, que sin embargo fue devaluado desde el punto de vista político por decisión real en 1574, cuando pasó a denominarse Capitanía General de la Costa y fue relegada a una función estrictamente militar.
Y justamente enfrente, el Convento de las Carmelitas Descalzas.
Fue adquirido en 1584 trasladándose las monjas el 8 de noviembre y fundado  bajo la advocación de  San José. Su primera priora fue Sor Ana de Jesús, coadjutora de Santa Teresa
Su primer dueño del que tenemos noticias es Gonzalo Fernández de Córdoba, pasando su propiedad, al correr el siglo, a su sobrino-nieto Luis Fernández de Córdoba quien los vendió a la orden por cuatro mil cuatrocientos ducados. Estas casas, antiguo palacio árabe fue parte del botín de guerra, viviendo en ella los últimos días de vida y falleciendo en 1515; existe la tradición de que el lugar donde muriera este insigne militar es lo que hoy se conoce como Coro Bajo.
Mientras que se realizan las adaptaciones necesarias, las monjas habitan solo la parte alta, modificaciones que culminan en 1629; la obra no era de calidad lo que dio lugar a una amplia remodelación en el siglo XVIII.
En sus comienzos  son asistidas espiritualmente, y a veces materialmente, por San Juan de la cruz, prior del Convento de los Mártires. De él se conserva en la casa importantes reliquias como el cáliz con el que celebraba, un báculo, una falange y un trozo de carne de la palma de la mano así como escritos. También se conservan obras de Santa Teresa como una copia de sus “Exaltaciones”, sacadas de los originales que fueron destruidos.
La capilla, con portadas manieristas y tallas de Alonso de Mena, es de aceptables proporciones, estando documentado que su primera piedra de puso el 21 de Agosto de 1618.
Preside su altar mayor un crucificado de la escuela de Pablo de Rojas; también cuenta con un San José del mismo autor, un niño pastor del tipo de Risueño, un San Juan Nepomuceno de Manuel González y una variada colección de retablos. En cuanto a la pintura debemos destacar la colección que, sobre la vida de Santa teresa, pintó, en la década de los cuarenta del siglo XVII Luis Bonifacio Tovar.
En el año 2000 se fusiona con la comunidad procedente de Zafra (Badajoz).
Y aquí termina nuestro paseo por el Realejo. Espero que os guste y disfrutéis.