De todos los
conventos que se levantaron en la ciudad, el más antiguo es el de Santa Clara,
regentado por monjas franciscanas, situado en la calle Santa Clara nº7. Se fundó
poco después de la conquista por Fernando III en un edificio situado entre las
calles Abades y Pilarillos. En 1945 se trasladaron al lugar que ocupan en la
actualidad. Entonces el solar era más reducido, pero después lo ampliaron al
incorporarle el quemadero, donde la Inquisición realizaba los autos de fe, y la
iglesia de Santa Cruz. En el interior destaca la iglesia, de una sola nave con
artesonado mudéjar y bóveda estrellada en la capilla, un claustro renacentista
con doble galería de arcos y numerosas piezas artísticas que van desde el
Cristo de Bambú, talla del siglo XVI, otras barrocas, varios oleos de los
siglos XVI al XVIII o las pinturas del siglo XVI.
El convento de los
dominicos que fundaron en 1382 por voluntad del rey Juan I, situado en la calle
Santo Domingo nº23. Su carácter docente lo convirtió en uno de los colegios más
importantes de Andalucía. La fachada principal es obra de Alonso Barba,
discípulo de Andrés de Vandelvira. Se concluyó en 1582 y está dividida en dos
pisos, contrastando la sencillez del orden toscano del primero con la
decoración del segundo. En el interior destaca el patio de planta cuadrada con
galería de arcos de medio punto que descansan en columnas pareadas. En los
cuatro ángulos las columnas son triples. Los arcos van reforzados con molduras
de bocel y en las enjutas se acoplan tallas en punta de diamante. Sobre la
clave de los arcos centrales figuran los escudos de armas de los Austrias, las
de la Orden de Santo Domingo, las del obispo de Tucamán, fray Francisco de Victoria,
que consagro la iglesia y las del regidor Juan de Cerezo mecenas de los
Estudios Generales. Este piso inferior data del siglo XVI; el superior es más
tardío y está diseñado con una alternancia de vanos, puertas y ventanas que se
corresponden con cada uno de los arcos inferiores. Otra estancia es la iglesia
construida en el siglo XVI. Después de la desamortización, la Diputación
Provincial, su nueva propietaria, lo utilizo como hospicio de hombres y como
colegio, y desde 1990 es la sede del Archivo Histórico Provincial.
En el Siglo XVI,
los mercedarios, Orden que desde hacía tres siglos estaba instalada en la
iglesia de San Sebastián, construyeron su convento en la Plaza de la Merced. Es
un edificio de grandes proporciones, distribuidas entre la iglesia, el claustro
y las dependencias de los Padres del Corazón de María, que desde 1885 regentan
el convento, convertido en parroquia en 1970.
El claustro es la
parte más antigua, posiblemente del siglo XVI. Fue restaurado, conservando en
buen estado tres de sus lienzos distribuidos en dos pisos con pilastras
toscanas y vanos adintelados. En 1727 tuvo lugar la inauguración del templo. Por entonces imperaba el modelo
constructivo de los jesuitas, de modo que la construcción responde a los
esquemas jesuíticos: planta de tres naves don testero plano, la central, más
elevada que las laterales, se cubre con bóveda de medio cañón; en las laterales
se distribuyen capillas hornacinas y sobre ellas corre una galería en la que se
abren vanos en línea con los arcos del piso inferior; al fondo, un gran arco
carpenal sostiene el coro; el crucero se cubre con bóveda de media naranja. Se
accede al templo por dos portadas, la principal, en la plaza que da nombre al
convento, es una composición barroca. Una hornacina acoge la Virgen de la
Merced interrumpe el frontón curvo. Por la calle Merced Alta se abre la otra
portada, compuesta en un simple orden toscano. En el ángulo en que se unen las
dos fachadas por donde se ingresa en el templo se eleva una torre en la que
destaca el último cuerpo por el remate ochavado que la corona con ladrillo
visto. Se apoya en un cuerpo cuadrado recorrido por dobles pilastras construido
en 1878.
En 1615, Francisco
Palomino Ulloa y su mujer Juana de Quesada fundaron el convento de Carmelitas
Descalzas. El edificio, que se encuentra en la Carrera de Jesús, fue construido
y costeado en 1673 por Eufrasio López de Rojas, que tenía a dos hijas como
profesas en el convento. Siguiendo las normas de la austeridad carmelitana, el
templo se organiza en una sola nave cubierta con bóveda de cañón y media
naranja en el presbiterio. En la portada, la puerta y la hornacina que muestra
la imagen de Santa Teresa de Jesús están enmarcados con el dibujo cruciforme
que caracteriza la obra de Rojas. En el interior destacan dos retablos que
albergan oleos y esculturas de gran interés, así como el manuscrito del Cantico
Espiritual de San Juan de la Cruz y la campana que utilizaba Santa Teresa de Jesús
para llamar a las Madres Carmelitas.
En 1616, Melchor
de Soria, obispo de Troya y auxiliar de Toledo, que había sido prior de San
Idelfonso, fundo el convento de la Concepción franciscana. Actualmente está
regido por religiosas Franciscanas Descalzas, conocidas popularmente por las
Bernardas. Situado junto a la Puerta del Ángel, cercano en su totalidad por un
gran muro, ocupa el solar que en 1575 dejaron los capuchinos, y para su
construcción derribaron lienzos de muralla. La iglesia, posiblemente construida
en el siglo XVII, presenta una portada de orden dórico organizada por dos
cuerpos y un ático. La planta es de cruz latina con el crucero cubierto por
bóveda de media naranja sobre pechinas en la que figuran los escudos del obispo
de Troya sostenido por águilas. La nave central se cubre con bóveda de medio cañón
con lunetos. A sus pies, el coro se cubre con bóveda elíptica sobre arco
carpanel. La portada de entrada al convento es obra de Juan Aranda. Construida
también en el siglo XVII, consta de dos monumentales pilastras toscanas
rematadas en frontón triangular que acogen el vano de entrada enmarcado por un
arco de medio punto sobre el que luce una hornacina con la imagen de la Purísima
y los escudos de armas del fundador a los lados.
Entre las calles Compañía,
Montero Moya y Moreno Castelló queda ubicado el amplio recinto que fue la
residencia de los jesuitas desde 1614 hasta su expulsión en 1767. Por la calle
Moreno Castelló una portada compuesta por pilastras, medallones y un nicho
central servía de acceso. Actualmente está cegada. Junto a ella se eleva una
torre en la que se abren ventanas geminadas. Por la calle Compañía se entra a
la que fue iglesia de San Eufrasio. Sólo un arco de medio punto con un escudo
de Carlos III en su clave decora la fachada. Por la misma calle, en el siglo
XIX se abrió otra portada centrada por una gran balaustrada sobre un arco de
medio punto y bajo un frontón con escudo y pináculos decorativos. Después de la
expulsión de los jesuitas el edificio tuvo distintos destinos: fue sede de
varios centros de enseñanza, del Museo de Pinturas y de la Biblioteca Pública. Después
de ser restaurado, actualmente acoge el Conservatorio Oficial de Música.
Autora: Mª José Sánchez
Lozano, Breve historia de Jaén.
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