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jueves, 27 de febrero de 2014

La fuente Misteriosa

   
Hace muchísimos años de esto.

Como que Granada era musulmana y se la llamaba la perla más rica de Bassora, la ciudad de las mil torres y la sultana de Occidente.

Y como en estos dichos no había exageración, á pesar de ser andaluces, aunque moros, sus propaladores, resultaba que todos querían habitarla y gozar de la hermosura de su cielo y de sus flores.

Y como las hadas, por más que sean hembras, tienen un gusto exquisito, aconteció que muchas dejaron los jardines de Alejandría y las amenas riberas de la soberbia Stambul, para venir á fijarse en los valles granadinos y tomar posesión de sus pintorescos y bellísimos cármenes.

Nada les costó el viaje, pues como seres impalpables, con sus alas de pintada mariposa y sus velos del mismo azul de los cielos, según afirman sabios autores que las han contemplado en esta forma, por supuesto, entre sueños, tomaron el camino, y con su corte de silfos y algún que otro genio que más valía se quedara por allá, pues se ha incrustado en el de cierta señorita que no nombro por prudencia, se posesionaron del Albaicín, de la Alhambra, del Generalife, de los Alijares y de cuantos sitios deliciosos encerraba este nuevo paraíso.

No hubo lugar para todas, pues la hadas abundan, y aunque no comen, ni gastan vestidos, cada una quiere tener su casita, bien en el tronco de un espinoso rosal, bien entre las tupidas ramas de los laureles, ó ya, las más calurosas, entre los límpidos cristales de alguna escondida fuente.

A estas últimas pertenecía el hada objeto de nuestra narración. Cuando no se transformaba en blanca paloma, reflejando en su plumaje los rayos solares; cuando no se escondía entre las hojas de los claveles figurando un lindísimo insecto, ó cuando haciendo de legítima hada no se presentaba como una hechicera huri, impalpable, invisible á los ojos de la materia, pero no á los del alma, colocada, ya en el cáliz de una rosa, ya á la entrada de una amena gruta, causando el eterno penar de los que la contemplaban, que se enamoraban como locos, pues no hay otro remedio para el que ve ó cree haber visto una hada que despepitarse por ella; entonces, decimos, se mostraba en forma corpórea como una bellísima joven algo morena, pero ostentando copiosos rizos negros, unos ojos pardos que hacían más víctimas que algunos pronunciamientos.
Pues bien: en ese valle, que los antiguos llamaron de Valparaíso, que después denominaron de la Salud, por sus puras y aromadas brisas , y donde el Dauro arrastra pepitas de oro, al lado de un accidentado barranco que, descendiendo de los cerros de la Silla del Moro, conducía sus aguas torrenciales á mezclarse con las del río, se descubría en tiempos del desventurado Boabdil una gruta sombreada de espesas mimbres, y á que daba acceso una torcida vereda que empezaba en lo que hoy se llama puente de las Cornetas.

Cuando los disturbios que tanto precipitaron el funesto término de la denominación árabe en España daban treguas á que el pueblo granadino gozase de un momentáneo sosiego, en las plácidas noches de verano, gustaban algunas doncellas moras bajar del Albaicín á llenar su cántaro en un pequeño arroyuelo que se escapaba de la gruta. ¿Era una fuente la que brotaba misteriosa en aquel escondido recinto? ¿Eran filtraciones de las grandes acequias que surtían del precioso líquido las casas de placer de los walíes musulmanes?. Nadie trató de profundizar el misterio; sólo sabían que las aguas eran puras y agradables, y que su bebida producía en las muchachas cierta sensación inexplicable. Así es que la fama del sitio crecía rápidamente, y hasta se hizo punto de reunión para los más constantes amadores. Pero ¡cosa extraña! Unas veces el sabor de la corriente era amargo, otras dulce como la más exquisita miel; ya entonaba el pecho inspirando bélicos instintos, ya una languidez inexplicable desfallecía los más valerosos ánimos. Ora el amante motejado por fiel entre sus compañeros, después de un sorbo del manantial, se volvía huraño y burlador de la que antes era dueña de sus pensamientos; y otras, más de una doncella zegrí, dura como la piedra de Macael, pronunciaba el tierno si al siempre desdeñado Gazul que la imploraba con el búcaro lleno del agua del extraño nacimiento.

Aquello era un pequeño caso de contradicciones y anomalías.

No pasaba jornada sin que vasijas rotas atestiguasen escenas desapacibles entre las jóvenes mahometanas; y muchas veces, restos de negras y suaves trenzas se descubrían entre los espinos, que protestaban no ser suyas aquellas frutas de nueva especie, y lo que es peor, gotas y aún charcos de sangre, mostraban vestigios de mayores desaguisados.

Hubo de intervenir el cadí. Una guardia de robustos negros etíopes tomó posesión de la entrada de la cueva; pero cuando el sueño los rendía, y en las más misteriosas horas de la noche, un genio maléfico, pero en forma de una guapa hembra, se divertía á su costa, y ya amanecían trasquiladas sus lanudas cabezas, ó atados unos con otros en las posturas más ridículas.

Fué necesario acudir á los santones. Trabajo perdido. También los servidores del zancarrón sentían la influencia de aquellos lugares; y en vez de predicar el Corán, escandalizaban á los buenos creyentes ensalzando las formas voluptuosas de una sultana morena. Un alfaquí, más atrevido que los demás y confiado en la virtud de un amuleto traído de la Meca, se atrevió á penetrar en la cueva de donde brotaba el arroyuelo, y aún esperan su vuelta sus discípulos. Únicamente se notó que un formidable buho graznaba melancólico pocas noches después en la tupida copa de un moral.
¿Y cuál era la causa?. La hada, antojadiza y voluble como las de su especie, se divertía en infiltar en la corriente sus alegrías ó sus pesares. Cuando una lágrima de amor caía de sus dulcísimos ojos, aquello era un venero de felicidades : pero cuando un leve contratiempo la importunaba, cuando un rayo de sol indiscreto penetraba en su alcoba de gasa, entonces su llanto de tristura lo ponía todo tan amargo, que sus consecuencias eran duelos y desazones en la concurrencia.

Así es que poco á poco el sitio se fué quedando solitario, y el líquido agridulce dejó de ser receta para los enamorados, que afirmaban que un sér misterioso, pero maléfico, era quien hechizaba las corrientes.

                    
Cuando el estandarte de la cruz se ostentó en el alcázar musulmán, y la fe cristiana extendió su perfume celeste, borrando las creencias del paganismo, hadas, genios y silfos tomaron la sabia determinación de ausentarse, incapaces de resistir el brillo de la enseña de la Redención. Y he aquí que la gruta quedó obstruida y deshabitada, pero las aguas continuaron brotando, y ¡caso singular! con el último calor que las comunicara su moradora. Puras, frescas, claras, pero un tanto agrias al paladar, tal vez por la rabieta que le produjera su forzada marcha, ó quizá por dejar su nombre como memoria eterna, pues según escribió el anciano morabito, que al parecer llevaba el registro civil de aquellas señoras, la turbulenta hada se denominaba Agrilla.


¿Quién de vosotros, lectores granadinos, no ha visitado el sitio á que me refiero? En las hermosas mañanas de Abril y Mayo, y al ponerse el sol en las calurosas tardes de Julio y Agosto, un largo cordón formado por gentes de todos sexos y condiciones sube la empinada cuesta que da acceso á la Fuente del Avellano, tan poética antes y tan olvidada hoy por nuestro Municipio.

Pero no se detienen allí: un fresco callejón sombreado de espesos árboles los conduce á una pequeña plazoleta con un asiento en los costados, y allí reposan en amistoso consorcio, preparándose como medicinal. Y lo es en efecto: niñas ojerosas y pálidas se cambian á poco días en lozanas rosas, y la cura es más cierta si el galán favorecido las acompaña en su paseo. Otras adquieren en aquellos sitios recuerdos imperecederos, si por observar algún efecto de luna se detienen después que las tinieblas han extendido su manto, y no pocos compromisos resultan en los bailes que, en la era cercana á la fuente, se mueven placenteros al són de las guitarras y bandurrias. Y es que el agua aún conserva la bondad por un lado, y la perfidia por otro, que la inspirara el hada, y que según la tradición durará eternamente mientras haya jóvenes de ambos sexos que suban á solazarse en el plácido recinto de la Fuente de Águila.


Nota: se ha respetado en todo momento la grafía del texto original.

Afán de Ribera, Antonio J. Tradiciones, leyendas y cuentos granadinos, Madrid: Tip. De los huérfanos, 1885

miércoles, 26 de febrero de 2014

Carnaval de Jaén.


El pregón del Carnaval de Jaén 2014 correrá a cargo de D. José María Quesada Teruel, Director del Departamento de Matemáticas de la Universidad de Jaén y miembro fundador del Chiricoro del Goya. El acto tendrá lugar el próximo 27 de febrero a las 18:30 en el Salón Mudejar del Patronato Municipal de Cultura.
"El carnaval es un estallido de colores, de música, de ilusión, de fiesta, ... pero es también una explosión de rabia contenida que se traslada a las notas de un pasodoble. Es la voz y el grito de un pueblo que, a través de las letrillas de carnaval, se rebela ante la injusticia, la corrupción, la inoperancia de nuestros políticos, ..."
José María Quesada lleva casi veinticinco febreros dando la murga por las calles de Jaén, siempre de la mano del Chiricoro. Más que una agrupación de Carnaval, el Chiricoro es una gran familia.

Los carnavales de Jaén tienen una tradición que se remonta a seis siglos. Fueron impulsados en su tiempo por el Condestable Iranzo.

La fenomenología religiosa reconoce en el carnaval un periodo festivo de renovación. El pueblo se toma un periodo de desorden con el propósito de volver luego a la normalidad. Hubo por este motivo largas etapas de prohibiciones, por lo que los carnavales no tuvieron siempre el mismo esplendor.

En estos últimos años, a través del Patronato de Cultura, Turismo y Fiestas del Ayuntamiento, se vienen organizando pasacalles, concursos y festejos populares, que han renovado la imagen del carnaval.

A continuación, una breve descripción de algunos grupos que han formado parte de la historia del Carnaval de Jaén.

- "El Cigarrón", 19 años de un grupo con muchísima historia en el Carnaval de Jaén, que tiraron del carro de la escasa afición que siempre ha habido en esta fiesta popular, y que encandilaron a muchos jiennenses con sus coplas desde 1988 hasta 2006. Siempre llevaron ese estilo crítico sobre las cosas de la tierra, acercándose año tras año a los problemas acaecidos en la ciudad del "Santo Rostro". Fue uno de las primeras agrupaciones en la capital en decidirse a salir defendiendo un repertorio carnavalesco, y no precisamente en los tiempos mejores, ya que, por poner un ejemplo, en el 1991, con la Guerra del Golfo, se suspendieron los actos por parte del ayuntamiento, pero estos valientes carnavaleros no dejaron de hacer sus letras, ponerse un disfraz y salir a la calle. Os mostramos parte de la trayectoria que hemos podido recopilar:


"Los Viciosos" 1988
"Bañistas Árabes" 1989
"Plutón Verbenero" 1990
"Normandos a distancia" 1992
"Marchando una de colines" 1993
"Los Sabeores" 1994
"Carnavales a la romana" 1995
"La Basura" 1996
"Fort Cigarron" 1998
"Les Mouaquetegos du sigagón" 2001
"The Cigarron Blues Band" 2005
"Los Cigarrones Argentinos" 2006


- Otro grupo con gran tradición en la capital, es el "Chiricoro del Goya". Nace en el seno del residencial "Goya", de la Avenida de Barcelona en 1992, y hasta día de hoy han llevando sus músicas y letras hasta los jaeneros. Tan solo un año decidieron descansar (2007), pero de nuevo volvieron a las andadas con más fuerzas, y cuerda les queda para rato, lo sabemos de primera mano, y año tras año entra gente nueva que permite que nunca se pierda este genial grupo carnavalesco que ha hecho las delicias de los aficionados lagartos durante tantos años. He aquí su recorrido

- Jaén II. 1992
- Arlequines a gogo…ya. 1993.
- La chirigoya. 1994.
- La gran corrida. 1995.
- Los moro s.o.s. 1996.
- Pa chulis nosotros. 1997.
- Canal Satánico y Vía Celestial. 1998.
- Los tirachinas. 1999.
- Banda guevos entre pitos y flautas. 2000.
- Los cabarejetas. 2001.
- Una de taquitos picantes. 2002.
- Entre pinto y van de mono. 2003.
- Este año damos el cante. 2004.
- Los gafaos. 2005.
- Siquilibraos 2006.
- Los botones coloraos 2008.
- Nos vamos de marcha. 2009.
- Los Pamplinicas. 2010
- Los Tocapelotas. 2011
- Entre cortes y recortes. 2012
- ARRAYAN AIR

- En el año 2000 se crea la Peña Carnavalesca "los J de Jaén", cuando un grupo numeroso de personas, se animaron a disfrazarse en el carnaval que se celebraba en la calle, saliendo también en la cabalgata organizada por el Ayuntamiento de Jaén, pero ese año, ataviados con su disfraz de fichas de dominó, pensaron que sería bueno preparar algunas coplillas para hacer las delicias de los jaeneros, siendo sugeridos, incluso, por el propio Ayuntamiento, a participar en el concurso de agrupaciones de ese año, pero decidieron posponerlo para el año siguiente.
Así fue, comenzaron una nueva etapa donde preparaban sus repertorios, ya con miras a actuar en las tablas del Darymelia. Durante algunos años, este grupo mixto, y el Chiricoro del Goya, fueron los únicos en ser partícipes directos del concurso. Esta fue su trayectoria:

- Efessto Dosmilno. 2000
- Denominación de Origen "Jaén ni Pollas". 2001
- Los €uro Jippies "con J de Jaén". 2002
- Ave Jaén, El tren de la unidad te saluda. 2003
- jjj.fantasmas.uuh. 2005
- En Busca del Conejo Perdido. 2006

En la actualidad son ya 8 las agrupaciones de la capital del Santo Reino. 3 chirigotas (Niete, Pitufo, Ajopringue y la Merced), 3 comparsas (3x4, Femenina y los Lagartos) y el anteriormente mencionado, Chiricoro del Goya.

Todas estas agrupaciones, junto con muchas otras de la provincia, están unidas desde hace pocos años por la “Federación de Agrupaciones Carnavalescas de Jaén”, donde se está trabajando muy duro para que nuestra fiesta, la de todos los jiennenses y jaeneros, podamos seguir disfrutando y creciendo.

viernes, 21 de febrero de 2014

La fuente del caño quebrado.


En la bifurcación de la carretera que lleva al castillo de Santa Catalina se encuentra la Fuente de Caño Quebrado, un lugar que tiene una particular historia.

En tiempos remotos Jaén estaba gobernada por Omar, un hombre inteligente y bondadoso que buscaba lo mejor para sus súbditos. Por esposa escogió a Zoraida, una hermosa mujer venida de tierras lejanas del próximo oriente. Ambos se enamoraron nada mas conocerse,el día de la boda todo fueron lujos, el castillo se iluminó con las grandes hogueras, la ciudad de Jaén se convirtió en una gran fiesta por el enlace. Desde el principio vivieron un amor y una felicidad mas allá de lo normal, eran la envidia de todo Jaén, vivían en el Castillo, y todos sus súbditos estaban encantados del trato que les daba su gobernador y su esposa. Pero un buen día todo cambio de repente.

Una mañana temprano, Omar salió del castillo como acostumbraba todos los días del año para resolver varios asuntos propios de su cargo y saber de su ciudadanía. Pero llegó la noche y Omar todavía no había regresado al castillo. Zoraida, que no estaba acostumbrada a aquella espera, comenzó a inquietarse y según pasaban las horas estaba mas nerviosa, así que ya entrada la noche ordenó a los soldados que comenzara la búsqueda de su marido.

La guardia rastreo todo el monte y bajó a la ciudad en busca del gobernador. Al poco tiempo encontraron el cuerpo ensangrentado y sin vida de Omar, muy cerca del castillo. Recogieron el cuerpo sin vida y lo llevaron al castillo donde esperaba Zoraida. La pena se apodero de la ciudad de Jaén y sobre todo de su amada esposa Zoraida, esta no pasaba minuto que no llorara a su amado, y poco a poco se iba consumiendo, la vida se le iba apagando, hasta que una mañana nublada y gris sobre el castillo, fueron a buscarla a sus aposentos para despertarla, sorpresa fue que no la encontraron en la habitación. Dieron aviso a la guardia del castillo y salieron en su busca, al bajar por la cuesta del castillo la encontraron sin vida, justo en el mismo sitio donde encontraron asesinado a Omar, su amado esposo.

Desde ese momento comenzó a brotar agua del lugar hasta formar un manantial, el mismo que se conoce como Fuente de Caño Quebrado. La gente comenzó a decir que en realidad eran las lágrimas de Zoraida que llora por la muerte de Omar. Incluso ahora hay quien asegura que el fantasma de la mora camina por las salas del castillo, actual museo y centro de interpretación en la actualidad.   

jueves, 20 de febrero de 2014

La Invasión Musulmana en Granada. Ziríes, Almohades y Almorávides.


Invasión Musulmana
Para conocer los motivos que impulsaron a los musulmanes, es necesario consultar la historia del reino visigodo y concretamente la del último rey, Don Rodrigo. En estas fechas los árabes estaban plenamente establecidos en todo el Magreb y habían islamizado a las diferentes tribus bereberes que aquí se encontraban. Muy pronto empezaron a mostrar interés por las ricas tierras de la Península Ibérica y la conquista de las mismas sería cuestión de muy poco tiempo.
La primera incursión la realizó el gobernador musulmán del Magreb central, Musa b. Nusayr, quien en el 710, ordenó una expedición de 400 hombres al mando de un oficial bereber, Tarif, que ocuparía una pequeña isla a la que llamaron Yazirat Tarif (la isla de Tarif) y que todavía hoy coserva su nombre, eso si castellanizado, Tarifa.

La cosa pareció ir tan bien que animó al lugarteniente del mencionado Musa, el también bereber Tariq b. Ziyad, a organizar una gran expedición de 7000 hombres, en su mayoría bereberes, que desembarcaron e instalaron a los pies de una montaña a la que llamaron Yabal Tariq (La montaña de Tariq) y que así mismo conserva también hoy día su nombre castellanizado, Gibraltar.

La presencia de esta numerosa expedición musulmana, a la que se habían sumado nuevos refuerzos bereberes, en el sur constituía un serio peligro para el rey Rodrigo, quien se encontraba en el Norte tratando de apaciguar a los levantiscos vascones. Rápidamente Rodrigo y el ejército visigodo se desplazaron hacia el sur con el propósito de entrar en contienda con Tariq; el enfrentamiento tuvo lugar a orillas del rio Guadalete, el resultado es de sobra conocido: Rodrigo fue estrepitosamente derrotado; con ello se pondría fin al reino visigodo y la Península Ibérica quedaría abierta a la ocupación musulmana.

La conquista de Granada se produce entre los años 711 y 712 y la lleva a cabo un hijo de Musa llamado Abd Al-Aziz que venía de conquistar Lorca, Baza y Guadix. En ese momento se crea el distrito de Ilvira como circunscripción militar y administrativa. La islamización fue bastante rápida aunque es de suponer que debió existir alguna resistencia por parte de la población mozárabe (cristianos en tierra musulmana) y judía; ambas religiones fueron toleradas y sus practicantes simplemente tuvieron que pagar tributos al nuevo régimen.
Más adelante, en el año 755 la costa granadina recibió a Abd Al-Rahman, descendiente de la dinastía de los Omeyas, quien se asentó primero en Loja para luego ser nombrado emir de Archidona y posteriormente emir de Córdoba. Sin embargo su nueva autoridad, con la consiguiente implantaciónd e la dinastía de los Omeyas en Al-Andalus, no fue unánimemente reconocida y en la provincia de Elvira estallaron una serie de rebeliones incitadas por los mozárabes y a las que se unieron los muladíes (cristianos convertidos al islamismo) que se resolvieron por la vía militar. La culminación de estas revueltas es la ocupación de la qasba (alcazaba) de la Sabika que estaba situada en el lugar que ahora ocupa la Alhambra.

Una vez establecido Abd Al-Ramán como califa de Córdoba (Abderramán III) se inicia en la península una larga época de estabilidad durante la cual Córdoba alcanza su máximo esplendor y Granada se mantiene, hasta el año 1031, sumisa al califato.

Ziríes
A principios del SXI, el sistema de gobierno del califato sufre una importante crisis y sus territorios se rebelan y dividen en numerosos pequeños reinos, más de treinta, cada uno de los cuales reclama para sí la legitimidad en la sucesión del califa de Córdoba.
En Granada, se instala la casa de los ziríes que tuvo cuatro reyes hasta el año 1.090 y cuyos principales hitos fueron la elección de de Granada como capital definitiva del reino y la construcción de edificios que demostraran y asentaran esa condición de capital. Entre estos edificios puede destacarse el palacio real de la Casa del Gallo, los baños públicos de Al-Chauza (hoy Bañuelo) o el puente del Cadí que salva el rio Darro. Además construyeron la acequia de Alfacar, que traía agua hasta la capital desde Aynadamar.
Bajo su monarquía también se produjo el primer florecimiento cultural de la ciudad durante el reinado de Ibn Maksan, en el que jugó un papel fundamental el político judío Samuel Ibn Nagrela quien, a la vez, era filósofo, matemático y literato. Sin embargo, el reinado de los ziríes estuvo marcado de fondo por su falta de legitimidad y, en consecuencia, fueron constantes las disputas internas y las intrigas por hacerse con el poder. Fruto de este ánimo fratricida fueron las guerras vecinales, los asesinatos y la persecución y matanza de los judíos granadinos de 1.066.
Almohades Y Almorávides
Al igual que en el resto de reinos de taifas de la península ibérica, el reino de Granada se caracterizó por su debilidad y por las constantes divisiones y luchas internas. Aprovechando esas ventajas, a finales del siglo XI los almorávides del norte de África desembarcaron en la península dirigidos por Yusuf Ibn Tasufin, quien en esos momentos gobernaba um imperio desde Argel hasta Senegal.
Con ciertas simpatías locales que no veían bien el desgobierno de los ziríes y el apoyo de personajes influyentes como el cadí Abu Yafar, Tasufin entra en Granada en el año 1.090 y destrona al último rey zirí, Abd Allah, e integra los territorios de Andalucía Oriental en su imperio, enfrentándose a otras taifas y a los propios reyes cristianos del norte de la península.
A su muerte, los mozárabes granadinos iniciaron serios levantamientos que pusieron en aprietos a su virrey, Alí Ibn Yusuf. Éstos pidieron apoyo al rey de Aragón Alfonso el Batallador quien al frente de sus tropas inició en el año 1.125 una turbulenta correría que le traería desde Valencia a Murcia y desde allí a asaltar y devastar Baza y Guadix, acampar en Diezma, recorrer tierras de Jaén y Córdoba para volver hacia Loja, saquear la Alpujarra y el Valle de Lecrín y finalmente intentar tomar la propia ciudad de Granada. Agotado tras quince meses de correrías y vislumbrando la dificultad de hacerse con la capital, el Batallador regresa a sus dominios mediterráneos y deja expuestos y sin apoyos a los mozárabes que le habían reclamado, lo que les supuso una severísima represión por parte de los gobernantes almorávides.
A la muerte de Tasufin, último de la dinastía almorávide, serán los almohades (hombres de la montaña) los que intenten ocupar el espacio político vacante y, partiendo del norte de África, ocupen de nuevo los territorios musulmanes de península tras doblegar una tras otra a todas las taifas. En concreto, conquistan la ciudad de Granada en el año 1.157.
Pese a la pretendida estabilidad política de los almohades, no faltaron intentos en diversas taifas por recobrar la independencia movidos por intereses locales y poderosas familias despojadas de sus anteriores privilegios. En Granada, el más conocido de estos episodios fue el protagonizado en 1.162 por Muhammamad Ibn Sad quien se enfrentó a los almohades en la sangrienta batalla de La Sabika con colaboración almorávide.
Pese a que los almohades consiguieron imponer cierta estabilidad e incluso frenar el impulso conquistador de los reinos cristianos, la victoria de las huestes cristianas en la batalla de Las Navas de Tolosa en 1.212 suponía la apertura de las vías de acceso hacia Andalucía Occidental y el fin del sueño de Al-Andalus.

domingo, 16 de febrero de 2014

Historia del Barrio de la Judería de Jaén.


El seguimiento detenido de las huellas de los judíos de Jaén, que poblaron este lugar durante casi doce siglos, permite al viajero de nuestro tiempo adentrarse en el meollo de la ciudad, hasta el corazón secreto en el que nacen las leyendas más reveladoras de su espíritu profundo. Fuera de los límites estrictos de la judería tradicional, el friso gótico de la catedral, los baños árabes de Villardompardo o el antiguo convento de los dominicos, donde tuvo su sede la Inquisición, permiten completar el panorama de un Jaén judío que perduró prácticamente hasta el siglo XVIII, largo tiempo después de la expulsión de los hebreos andaluces en 1483.

Aunque los primeros documentos conservados se remontan hasta la época visigótica, al año 612, cuando el rey Sisebuto prohibió por ley a los judíos de Jaén tener esclavos cristianos, la presencia de judíos en la ciudad, parece más que probable que el colectivo hebreo llegara mucho antes. Seguramente, las primeras comunidades judías se establecieron en Jaén en época romana, por lo que la comunidad judía que habitaba Jaén ya era importante en el siglo VII.

La derrota de los visigodos y la llegada de los musulmanes supuso una liberación para los judíos de la ciudad. No es improbable que ayudaran a los nuevos amos de la situación y la comunidad judía prosperara durante la época inicial de dominación islámica, en el siglo VIII. Se sabe que en el siglo IX, Jaén contaba con una sinagoga y junto a ella una yeshivá o centro donde se impartían estudios sobre la Torá y el Talmud. El geógrafo Abd al-Nūr Al-Himyari afirma que a finales del siglo IX existían en Jaén cuatro hammam o baños musulmanes alimentados con el agua procedente del Raudal de la Magdalena, uno de los cuales era el Hammam Ibn Ishaq, el Baño de Ben Isaac, de clara connotación judía. Este baño podría haber sido propiedad de Isaac Ben Saprut, padre del afamado médico y diplomático jienense Hasday Ben Saprut. Desde el año 2002 se vienen realizando excavaciones arqueológicas dentro del entramado urbanístico de la judería y en ellas, en el solar existente entre las calles Martínez Molina al Sur, Santa Clara al Norte, calle San Andrés al Oeste y calle Los Caños y Murcia al Este, se ha dejado al descubierto una estructura que podría identificarse con un baño que tal vez pueda ser el de Ibn Isaac. El estudio continúa hoy abierto.

Hacia el año 910 ó 915 nace en Jaén Hasday Ben Saprut, mano derecha de los califas Abderramán III y Al-Hakem II. Ben Shaprut introdujo en Al-Ándalus las escuelas judías de Siria y Babilonia y mantuvo una estrecha relación con el reino judío de los jázaros. Como médico, redescubrió la fórmula para la elaboración de la triaca, un antídoto para el veneno, y consiguió curar al rey Sancho el Craso de Navarra de su obesidad. Tradujo del latín al árabe el importante tratado de plantas medicinales de Dioscórides. Creó una magnífica biblioteca y se convirtió en mecenas de poetas y filósofos. Hasday Ben Saprut llevó a su más alta cima la cultura hispano-hebrea.

En el siglo XI, tras la disgregación del Califato de Córdoba y la siguiente disgregación de Al-Ándalus en Reinos de Taifas, Jaén pasó a formar parte del reino zirí de Granada. De este momento se sabe que en el año 1066 el gobernador de Jaén Musakhan permitió a Maksan, hijo del rey de Granada hacerse con las riquezas de los judíos de la ciudad tras una revuelta. En ese momento, la comunidad estaba regida por Rabí Isaac, amigo de Isaac Al-Fasi, que vio como la tolerancia musulmana se acababa de repente con la llegada de los almorávides. Los almorávides, llamados en auxilio de Al Ándalus por el rey de la Taifa de Sevilla, Al Mutamid, tras la conquista de Toledo, eran un pueblo del norte de África que predicaba el cumplimiento ortodoxo de la doctrina del Islam. Al mando de Yusuf ibn Tasufin, se fueron apoderando de los reinos de Taifa desde 1090, imponiendo un continuo saqueo de las ciudades. La conquista almorávide obligó a los judíos a exiliarse a los reinos cristianos del norte de España. Aunque una parte considerable de la población judía intentó permanecer en Al-Ándalus, la siguiente oleada de intolerancia, la almohade, dio el golpe de gracia a su presencia en tierras musulmanas. La invasión almohade arrasó la judería. Yacub ben Yusuf promulgó pena de muerte para todo el que no practicara la religión islámica y esto hizo inevitable la emigración y la completo abandono de la judería. Así ocurrió en la judería de Jaén, que sólo volvió a restablecerse ya en época cristiana, tras la conquista de la ciudad por el rey Fernando III en 1246.

No hay hasta el momento datos precisos que nos indiquen la ubicación exacta de la judería de Jaén en época musulmana. Durante la intolerancia almohade, que obliga a los judíos a abandonar Al-Ándalus y refugiarse en los territorios cristianos del norte de España, las aljamas quedaron vacías. Cuando los judíos regresan a Jaén con Fernando III, rey tolerante con los judíos, es posible que se establecieran en la antigua judería que dejaron al marcharse en vez de crear una nueva en un lugar distinto, tal y como ocurrió en otras ciudades de España. Actualmente los investigadores se inclinan a pensar que sí ocuparon el mismo espacio ya habitado con anterioridad.

Durante la Edad Media cristiana, entre la conquista de Jaén en 1246 y mediados del siglo XIV en que comienzan las grandes conversiones entre los judíos, el barrio que éstos habitaban parece ser el comprendido entre los actuales edificios del Convento de Santa Clara y la Iglesia de San Andrés. Los límites exactos de la antigua judería son aún hoy objeto de discusión. De lo que no parece haber duda es de que la actual calle de Santa Cruz era su vía principal. En ella, y a las espaldas del Monasterio de Santa Clara, se encontraba la sinagoga. El barrio quedaba conformado por un laberinto de calles estrechas que dispondrían de dos o tres salidas a las vías principales de la ciudad y que, por las noches, permanecían cerradas para evitar asaltos.

La presencia judía tras la reconquista fue muy temprana, como lo muestra el número de documentos pontificios referidos a la obligación de los judíos a pagar el diezmo. A finales del siglo XIII, la nueva judería de Jaén pagaba 25.000 maravedíes en concepto de diezmos a la Iglesia, prácticamente la misma que pagaba la judería de Córdoba, lo que pone de manifiesto la importancia de la de Jaén. También, en esa época, se pedía a los judíos de Jaén enviar un representante para que negociara con la Corona el monto del pago de su judería, en un momento en el que la comunidad se acercaba a los 1.500 habitantes.
Hasta mediados del siglo XIII, con Alfonso X el Sabio, los judíos jienenses vivieron una nueva etapa floreciente en sus trabajos de artesanos, mercaderes, médicos, cambistas y recaudadores de las rentas reales. A este último oficio se dedicaron, por ejemplo, Abraham Secuto, Yuçaf de Castro, Abraham ibn Aladep, Çaq de Castro y Samuel ibn Aladep. En Las siete partidas de Alfonso X señalan aspectos específicos de la convivencia de judíos y cristianos. La judería de Jaén disfrutó de esa convivencia, y de acuerdo con las normas legales, se definió un espacio y una autonomía similar a la que se daba en Castilla a las juderías, donde un tribunal propio resolvía conflictos y desavenencias entre judíos e incluso se hacía la recaudación de los impuestos para el rey.

Pero en la segunda mitad del siglo XIV se iniciará una época de persecuciones contra los judíos que culminará con su definitiva expulsión por los Reyes Católicos. En 1368, durante la guerra entre Enrique II, al que la ciudad de Jaén era fiel, y su hermano Pedro I, conocido por su papel protector de los judíos, las tropas nazaríes de Granada, fieles a Pedro I, entraron en la ciudad de Jaén y se llevaron prisioneros hasta 300 padres de familia de la comunidad judía a Granada, según escribió Samuel Zarza, en su libro Fuente de Vida:
“Jaén fue tomada por la fuerza y mataron a un número de hombres. Mas en los judíos ordenó el rey don Pedro que no pusieran la mano porque no tenían culpa. Pero que si querían cautivarlos, los cautivasen. Entonces llevaron prisioneros al reino de Granada hasta trescientos padres de familia que vivían en Jaén”.

La cifra de 300 padres de familia equivale a unas 1.500 personas, número ciertamente elevado, lo que colocaría a Jaén dentro de las más importantes en la España bajomedieval.

Durante la segunda mitad del siglo XIV, en parte a causa de las predicaciones del Arcediano de Écija, Ferrand Martínez, se desarrollaron la mayor parte de conversiones forzosas de los judíos y éstos tuvieron que transformar su sinagoga en la parroquia de Santa Cruz en 1391, formándose así con el tiempo la nueva colación o barrio de Santa Cruz. A partir de entonces, la población conversa habitó no sólo el espacio de la antigua aljama sino que se dispersó por los barrios de San Pedro, San Andrés, San Juan o San Ildefonso.

En 1473, el Condestable Miguel Lucas de Iranzo, gobernador de la ciudad de Jaén y protector de judíos y conversos, fue asesinado mientras rezaba en la Catedral. Una vez asesinado el condestable, la muchedumbre enfurecida fue en busca de Juan López de Marruecos, el converso alcaide de la fortaleza de Torredelcampo, para darle muerte junto con su familia. A continuación, el pueblo enfurecido se lanzó contra los conversos, convencido de que seguían siendo judíos. Así, Juan de Mariana dice en su Historia General de España:
“Esto fue a causa de que el odio y la envidia de la muchedumbre se revolviese contra él de tal guisa, que con cierta conjuración que hicieron un día le mataron en una iglesia en que oía misa. La rabia y furia fue tan arrebatada y tal el sobresalto, que apenas dieron lugar para que Doña Teresa de Torres, su mujer, y sus hijos, se recogiesen en el Alcázar. Como el Condestable pusiese las rodillas para facer oración, uno del pueblo, que más cera dél se falló, le dio tan grande golpe con una ballesta de acero en la cabeza, que dio en él en el suelo, e todos los que cerca dél estaban lo firieron con lanzas e espadas de tal manera que no quedó en él señal de persona humana, e luego todos juntos fueron a robar e matar los conversos”.

En 1483, los Reyes Católicos establecieron en Jaén el tercer tribunal de la Inquisición, tras los de Sevilla y Córdoba. Este dato demuestra el alto número de conversos que había en Jaén en ese momento, por encima de muchas otras ciudades. Los primeros inquisidores se alojaron en una casa que el Condestable Iranzo poseía dentro de la misma judería. Más tarde, el tribunal de la Inquisición se ubicó en el Convento de Santa Catalina Mártir (Convento de los Dominicos, hoy, Archivo Histórico Provincial) donde permaneció hasta el año de 1526. La Diócesis de Jaén contó durante la Edad Media con dos grandes obispos que ostentaron el cargo de Inquisidores Generales. El primero fue don Diego Deza, hombre de confianza de los Reyes Católicos y tutor de su hijo, el Príncipe Juan. Gran defensor de la aventura de Colón en América, influyó mucho en la Reina Isabel para que le apoyara en su viaje. Este obispo dirigió la diócesis jiennense desde 1497 hasta 1500, fecha en que fue trasladado a Sevilla, donde murió y está enterrado. El otro gran Inquisidor fue su sucesor, don Alonso Suárez de la Fuente del Sauz, quien consiguió impedir durante su episcopado el traslado del Tribunal de Jaén a Granada. Ocupó la cátedra de Jaén desde 1500 hasta 1520. Este obispo está enterrado en la Capilla Mayor o del Santo Rostro de la Catedral.

Finalmente, el Edicto de Expulsión firmado por los Reyes Católicos en 1492 supuso el gran destierro de los sefardíes, que se establecieron en Marruecos, Portugal, Italia, Grecia, Turquía o los Balcanes.

sábado, 15 de febrero de 2014

Visigodos


Aunque ni remotamente podían compararse con los romanos en eficiencia y organización, los visigodos trajeron a la península un nuevo período de estabilidad, especialmente a partir de las campalas de Leovigildo, que pacificó el reino y derrotó a los díscolos vándalos. Este rey visigodo dividió el sur de la península en dos provincias, la de Hispalis, en torno a Sevilla, y la Bética que ocupaba lo que ahora son las provincias de Málaga, Jaén, Almería y Granada.

El período visigodo se caracteriza, al igual que en el resto de la península por el establecimiento de un sistema político clientelar basado en la división del territorio en feudos y en la agricultura aunque la debilidad de la dominación no tuvo grandes efectos económicos o sociales sino que más bien fue una incrustación de los propios visigodos en el tejido social y político preexistente. A falta de un poder central verdaderamente organizado, la acuñación de moneda se hace en distintas cecas y hoy existen monedas acuñadas en Illiberis que dan fe de los hechos de la época.

El único rasgo verdaderamente significativo de la ocupacion visigoda fue el transito desde las religiones preexistentes, una mezcla de tradiciones iberas con formas romanas, hacia el cristianismo. La prueba más patente de esta transformación es el conocido Concilio de Elvira (o de Illiberis) en el que participaron 24 obispos de la Bética y cuyos cánones se han conservado hasta la actualidad. La iglesia católica, cuya fuerza se vio notablemente incrementada en esta época ante la ausencia de fuerzas de mayor peso, dividión la provincia en dos diócesis: la de Basti, dependiente de del Obispo metropolitano de Cartagena y la de Illiberis, dependiente del de la Bética, asentado ahora en Sevilla. De esta época es también la tradición de los Varones Apostólicos, seguidores directos del Apóstol Santiago que en medio de persecuciones extendieron la religión por estos pagos; San Torcuato en Guadix o San Cecilio en Granada son sus mejores ejemplos.

Junto a la pujanza de la nueva religión coexisten minorías como los judíos de Garnata Al-Yahud, un arrabal cercano a Illiberis emplazado en lo que hoy es el barrio del Realejo y es de suponer que seguiría existiendo una parte de la población que mantendría sus creencias tardorromanas, especialmente entre las clases más pudientes.

En el barrio Plaza de Toros-Doctores-San Lázaro del distrito Beiro en la ciudad de Granada han salido a la luz una serie de restos arqueológicos de considerable valor documental. El nombre de esta localización urbana hace referencia a un pequeño afluente que vierte sus aguas en la orilla derecha del río Genil: el río Beiro. Actualmente transcurre soterrado dados los presuntos problemas urbanísticos que, según el Ayuntamiento, producía su cauce. Nace en la Sierra de la Alfaguara, cerca del pueblo de Viznar. Comarca de abundantes caudales de agua canalizados en acequias, ha sido tradicionalmente explotada por fincas dedicadas a la agricultura y la ganadería desde tiempo de los íberos. Continuó siendo ocupada por romanos y visigodos, si bien de estos últimos se tienen pocas referencias arqueológicas en la capital y su provincia.
Los primeros hallazgos surgieron como consecuencia de la demolición de antiguos pabellones del acuartelamiento de Los Mondragrones localizados en la calle Rivera del Beiro. Fueron denunciados a la Delegación de Cultura de Granada por la Asociación Española de la Detección Metálica (A. E. P.D.) en el mes de enero de 2013, que puso en conocimiento de la Administración la posible existencia de restos romanos en la zona y que ésta adolecía de la protección adecuada para la conservación de dicho patrimonio. El arqueólogo municipal se personó de forma inmediata en el lugar señalado, realizando una inspección que  dio como resultado el planteamiento de una excavación arqueológica. La parcela afectada tiene una extensión aproximada de 5.000 metros cuadrados, si bien todavía no se pueden determinar las dimensión total de su perímetro.
Además de los abundantes enterramientos visigodos se han encontrado cinco tumbas romanas de inhumación con las típicas monedas en la boca, tributo para el barquero Caronte. Ha llamada la atención de los investigadores el hecho de que los cadáveres carecieran de rótulas, sin que esa anomalía haya podido ser explicada.
Desde que se iniciaron los trabajos a finales de enero se han delimitado áreas arqueológicas diferenciadas, tanto en lo que se refiera a su actividad funcional como a su cronología. Entre los hallazgos de época romana cabe destacar la zona del señorío de una villae con vistosos y cuidados mosaicos, así como distintas zonas de labor, almacenaje y transformación de los productos. 
Han aparecido estructuras de bodega, lagares, almazara, habitaciones para alojar a esclavos y sirvientes además de un importante molino datado en el siglo I.

domingo, 9 de febrero de 2014

La Cruz del Pósito.


Llego a Jaén un apuesto capitán, Diego de Osorio, por el que suspiraban todas las jóvenes casaderas de la localidad. El soldado se enamoró perdidamente de Beatriz de Uceda, pero ella no le correspondía  porque su corazón pertenecía a otro hombre. Con el tiempo, y ante la insistencia del caballero, la dama consintió y se celebró una boda por todo lo alto porque ambas familias poseían grandes fortunas.

Al principio el matrimonio vivió momentos felices, y aunque ella seguía suspirando por aquel amor de juventud, hizo todo lo posible por ser una buena esposa. Pero Don Diego de Osorio cambió su carácter. El juego y todo tipo de vicios comenzaron a ser frecuentes, se volvió hosco, huraño y peleón y su fortuna se resintió hasta el punto de verse obligado a pedir préstamos.

El caballero se encontraba en medio de uno de sus juegos y necesitaba dinero. Mandó a un sirviente a su casa para que exigiera a Beatriz la joya que le había entregado en señal de matrimonio. Ella se negó en rotundo a darle la joya al sirviente, y mando al sirviente de vuelta con el siguiente mensaje; “dígale a mi esposo, Don Diego, que si quiere esta joya, tendrá que venir y pedírmela él personalmente”. Cuando el sirviente llego a donde se encontraba Don Diego y le dio el mensaje de Beatriz. Los señores que estaban en la mesa de juego comenzaron a burlarse y reírse de Don Diego por el mensaje que había recibido, él, lleno de furia por las burlas que estaba recibiendo del resto de jugadores, fue a su casa que se encontraba en la Plaza del Pósito, una vez dentro fue en busca de Beatriz, sus ojos estaban llenos de ira, por lo que ella al verlo se estremeció de miedo. Don Diego le pidió que le entregara la joya, a lo que ella se negó. En ese momento le soltó una bofetada tirándola al suelo, se abalanzo sobre ella y le quito la joya. Los ojos de Don Diego estaban enrojecidos por la sangre que le hervía dentro de sí. Beatriz se levantó y salió a la calle a pedir auxilio, pero a pocos metro de su casa, en la Cruz del Pósito, la prendió y sin terciar ninguna palabra, saco la espada y le dio muerte en el acto.

Pero un hombre, Don Lope de Haro, el amor de juventud de la desdichada Beatriz, presencio tan horrendo crimen y retó en duelo al capitán, este accedió. Se colocaron uno en frente del otro, uno con la espada aún ensangrentada del horrible crimen que había cometido, y Don Lope, con lágrimas en sus ojos, viendo a su amada muerta bajo la cruz. En un movimiento inesperado del capitán y a traición quiso asestar un golpe mortal a Don Lope, este anduvo raudo y esquivo el metal, se abalanzo sobre el capitán y de un golpe certero, le clavo su espada en mitad del corazón.

Cuentan los vecinos del barrio, que desde entonces, el día señalado de la muerte de su amada, el apenado fantasma de Don Lope vuelve hasta la Cruz del Pósito a rezar por el alma de su dama.

Por eso, si alguna noche veis a un hombre llorando en la Cruz del Pósito rezando y llorando, no os asustéis, puede ser Don Lope.

sábado, 8 de febrero de 2014

La Leyenda del Último Rey de Granada, Boabdil.


Cuentan que Morayma, esposa de Boabdil, mandó llamar un día a la Corte de la Alhambra a un astrólogo, de nombre Ben-Maj-Kulmut, figura muy respetada entre los nazaritas, al cual consultó en secreto sobre el horóscopo del rey Boabdil. El anciano astrólogo consultó el curso de las estrellas y le contestó:
"Mi Señora, los signos de las estrellas del Cielo de su signo indican que el último rey nazarí vivirá mucho para padecer mucho".

Abu 'Abd Allāh fue el último rey de Granada con el nombre de Muhammad XI, llamado por los cristianos Boabdil (Granada, 1452 - Fez, 1528), y llamado El Zogoybi (El Desdichado) por los musulmanes, perteneciente a la dinastía nasrí o nazarí, quitó el trono a su padre Muley Hacén y durante un tiempo estuvo en disputa por este tanto con él como con su tío, el Zagal.

Abu 'Abd Allāh, en el habla granadina, debía pronunciarse como Bu Abdal-lah o Bu Abdil-lah, pero le llamaban Bu Abdi-Lih y de ahí el nombre castellano Boabdil, a quien se añadió "el Chico", epíteto que equivale al latino junior, para distinguirlo de su tío Abu 'Abd Allāh "el Viejo" o senior.

Nacido, como hijo de Sultán en la Alhambra, era hijo del rey Muley Hacén y la sultana Aixa, se sublevó en Guadix contra su padre en 1482 y accedió al trono gracias al apoyo del partido de los Abencerrajes y de su propia madre. Fue el juguete de las intrigas palaciegas de su madre y de la favorita de su padre, Zoraya, antes Isabel de Solís. Se aprovechó de la pérdida de la plaza de Alhama, ganada por los cristianos, para destronar a Muley Hacén.
Éste, de nombre Abú-l-Hasan Alí, ocupó Zahara y perdió Alhama en 1482. Cedió la capital de Reino a su hijo Boabdil y huyó con su hermano Abu Abd Allah, el Zagal, en el que abdicó en 1485, retirándose enfermo y casi ciego a Mondújar, donde falleció.

Boabdil combatió a su padre y su tío el Zagal, quienes también se consideraban legítimos reyes de Granada, durante una guerra civil en la que fue apresado por los Reyes Católicos.
Su liberación implicó dar a Castilla la parte del reino que gobernaba el Zagal, lo que favoreció la penetración cristiana y la finalización de la guerra el 2 de Enero de 1492 con la entrega de Granada a los Reyes Católicos, tras las Capitulaciones de Santa Fe de 23 de Noviembre de 1491, aceptando las propuestas de Boabdil, se firmaron una Capitulación particular con Boabdil el 25 de Noviembre y otra Capitulación General el 28 de Noviembre de 1492, "pacíficamente y en concordia, realmente y con efecto dentro de sesenta y cinco días primeros siguientes de las fortalezas de la Alhambra, el Alhizan, puertas y torres y se exige obediencia de lealtad y fidelidad".

Los judíos de Granada gozarían de todos los beneficios asegurados a los musulmanes del Reino de Granada.
Boabdil se aseguró la colaboración de las tropas castellanas en su exilio a Fez en 1493 ante la posibilidad de una rebelión del bando opuesto a su corte de Granada. El plazo acordado 60 días para el abandono y entrega de la Alhambra se adelantó, a petición de Boabdil, para evitar la tensión y el tumulto de Granada ante la entrega pactada de la ciudad.
Los Reyes Católicos, como garantía de su cumplimiento, pidieron la entrega de 600 nazaríes, hijos de los caballeros más destacados del Reino. El 1 de Enero de 1492 los rehenes quedaron en el Real de Santa Fe, bajo la custodia de Don Juan de Robles, alcalde de Jerez. Durante esa noche, el ingeniero Muhammad Palacios, mudéjar aragonés, crea una via de acceso al castillo nazarí, en la zona de Realejo, por detrás de la ciudad, y que hoy es la cuesta del Caidero, y Gutierre de Cárdenas, comendador de León, accede a la Alhambra para asegurar militarmente la fortaleza.
El domingo 2 de Enero de 1492, en el salón de la torre de Comares, Boabdil, el último rey de la dinastía nazarí, hacía entrega de las llaves de la fortaleza de la Alhambra a don Gutierre de Cárdenas mientras fray Hernando de Talavera, confesor de la reina y primer arzobispo de Granada, alzaba la cruz en la Alcazaba, en la torre de la Vela, y tomaba posesión de la Alcaldía de La Alhambra don Íñigo López de Mendoça. Se dice que la primera tropa cristiana se encuentra con Boabdil y su séquito en la Puerta de los Siete Suelos.
Boabdil, que descendió la colina de la Sabika a lomos de una mula, hasta el morabito o lugar de oración en tiempos musulmanes, cercano al palacio real del Alcazar Genil, (en la actualidad, dicho morabito es la ermita de San Sebastián y es el único de esta clase conservado en Granada) donde le esperaba el Rey Fernando de Aragón para hacer acatamiento y entrega de las llaves de Granada, la capital del Reino de Granada, en un protocolo que se había pactado de antemano, que se inició a las 3 de la tarde, siendo el intérprete de dicho acto Hernando de Baeza, "con las llaves en las manos, encima de un caballo, quísose apear a besar la mano al Rey, y el Rey no le consintió descabalgar del caballo, ni le quiso dar la mano, y el Rey Boabdil le besó en el brazo y le dió las llaves, y dijo:
''Toma, Señor, las llaves de tu ciudad, que yo
y los que estamos dentro, somos tuyos''
(Según las Chronicas de Rodriguez de Ardila)

''Señor, estas son las llaves de vuestra Alhambra
y vuestra ciudad.Id, Señor, y recibidlas''
(Según recogió Gonzalo Fernández de Oviedo)
Desde la Alhambra, se dispararían 3 salvas. Como recuerdo de este acto de la entrega, la catedral de Granada hace sonar a las 3 de la tarde, aún hoy, 3 campanadas. Según recogen las Crónicas de Rodriguez de Ardila, el Papa concedió indulgencia plenaria a quienes en ese momento recen por la conservación del reino y por la paz.

Aunque en el cuadro de Francisco Padilla aparece la figura de Isabel de Castilla, en realidad ésta se encontraba con sus tropas en Armilla, aguardando la llegada del rey Fernando de Aragón y que, junto a la reina Isabel, habían previamente abandonado el luto por la muerte del príncipe Alonso de Portugal, casado con una hija de Isabel.

Boabdil emprendió camino hacia Santa Fe, donde se encontraban los 600 rehenes nazaríes, así como para abrazar a su hijo que se encontraba cautivo en la fortaleza de Moclín.

Tras la entrega de las llaves, eran liberados de las mazmorras de la alhambra más de 700 soldados presos y cautivos cristianos, que se encontraban casi hambrientos y harapientos.
El Jueves 6 de Enero partiría Boabdil camino de las tahas de La Alpujarra, abandonando la Alhambra por la puerta de los Siete Suelos y los reyes Isabel y Fernando hacían la entrada oficial en la Alhambra, acompañados de su corte y séquito. Boabdil había entregado a los reyes de Castilla y Aragón una Alhambra intacta, recibían una ciudad fortaleza que no había sido destruida, a diferencia de otras posiciones hispanomusulmanas que, asediadas o sitiadas por tropas cristianas, si fueron destruidas.

Los Reyes Católicos hicieron merced a Boabdil por juro de heredad, "para siempre jamás", para él, sus hijos, nietos, biznietos, herederos y sucesores de las villas y lugares de las tahás de Berja, Dalías, Marchena, Boloduy, Luchar, Andarax, Úgijar, Órgiva, Juviles, Ferreira y Poqueira, con todos sus pechos y derechos de sus pueblos, excepto del lugar de Adra, que quedó reservado a los Reyes Católicos.

El Sábado, 8 de Enero, los Reyes Católicos, acompañados de su hijo primogénito Juan y todos los prelados, autoridades y nobleza y de toda la tropa militar, bajaron a la ciudad de Granada donde tomaron posesión, celebrando una misa solemne en la Gran Mezquita de la Medina de Granada, oficiada por el obispo de Abuleri (Ávila), decretando los Reyes que fuera dedicada y consagrada a Dios Creador.
Según una extendida leyenda española, cuya veracidad no está atestiguada por ninguna documentación, excepto el libelo publicado por el obispo de Astorga a los 75 años de su partida, y que parece ser el origen de dicha leyenda, que narra la partida de Granada, camino de su exilio en Laujar de Andarax, en La Alpujarra almeriense, cuando coronaba una colina, volvió la cabeza para ver su ciudad por última vez y lloró, escuchando de su madre la sultana Aixa:
"Llora como una mujer
lo que no has sabido defender como un hombre".

Debido a esta leyenda esa colina recibe aún hoy el nombre del Suspiro del Moro y la carretera Granada - Motril que la atraviesa por su cota más alta recibe, en ese tramo, el nombre de Puerto del Suspiro del Moro.
La historia reconoce, tan sólo, que las últimas lágrimas de Boabdil tal vez serían en Mondújar, en el Valle de Lecrín, donde diera entierro a Morayma, mujer siempre abandonada por las batallas de su esposo y cuyo único momento de felicidad fue cuando se conocieron en Loja y se casó en Granada con Muley Abu-Abdalla-Babdali:
"Allí conoció Boabdil a Morayma, la hija de Aliatar. Cuando volvía de la batalla, que a diario ocurría, sus ojos se encontraban y sus almas se juntaron para siempre.

Al volver el Rey a Granada triunfante y lleno de vida, eligió a Morayma por Sultana, verificándose las bodas reales con pompa y alegría, único momento en su existencia de respiro y felicidad".

El amor de Boabdil hacia su esposa se indica como la causa de la decisión definitiva de abandonar su exilio de Laujar de Andarax cuando ella murió. Nunca más volvería a contraer matrimonio instalado ya en Marruecos, donde se dice que murió en el campo de batalla, aunque también se recoge la historia de que mendigó por la calle de Fez hasta su muerte.
Se desconoce el lugar de su enterramiento.
Relata el Conde de Benalúa:
"Es tradición que Morayma, anegada en lágrimas, vióle partir desde el alto de un torreón de la Alhambra, inmóvil, como la imagen del dolor, y no apartó su vista de aquel ejército hasta que los torbellinos de polvo desaparecieron en el horizonte de la vega".

El relato de la negociación para la capitulación quedó reflejado en un texto del duque de Benalúa:
"Para mayor aflicción, entonces recibieron Morayma y Boabdil carta que el Rey Católico, con su sagacidad, hizo escribir al Príncipe moro (su hijo) que conservaba en rehenes. En esta carta, primero les pintaba las bondades que con él tenían Sus Altezas y su magnanimidad, y luego les decía que conocía su triste situación porque sabía que no querían aceptar los grandes beneficios y amistad con que les brindaban los Reyes de Castilla.
"¡Por qué la muerte no ha querido ni quiere de mí nunca¡", relata que asolada por el llanto, le indicaba Morayma a Boabdil".
La familia real nazarita partió hacia La Alpujarra almeriense un sábado 6 de Enero de 1492.

La marcha se hizo con un ceremonial de tristeza y todo un tesoro material, aunque sin el que más le importaba a Morayma, sus hijos, Yusuf y Ahmed, que permanecieron retenidos por los Reyes Católicos en previsión de un nuevo alzamiento de los partidarios de Boabdil durante un amplio periodo de tiempo. Entre febrero de 1492 y agosto de 1493, a Andarax llegarían, tras varias negociaciones, los dos hijos retenidos en Granada que los Reyes Católicos les devolvieron.
Antes de partir de los palacios nazaríes, y según lo pactado en Santa Fe, el Rey Chico dio orden de levantar el Cementerio Real de la Alhambra, conocido como La Rauda Real, para que sus ascendientes no permanecieran en tierra cristiana. Boabdil trasladó los restos de sus antepasados y les dio nueva sepultura en alguna zona cercana a Mondújar, en donde, camino de Laujar, mandó construir una nueva Rauda Real en sitio tan secreto que hasta la fecha tampoco ha sido averiguado, pese a ser muy investigado, y por tanto, encontrado y sólo un año después volvió Boabdil a desplazarse a dicha Rauda Real para enterrar, junto a las tumbas de los sultanes de la Alhambra, los restos de Morayma.
La muerte de Morayma, su entierro y la partida de Boabdil quedó descrita en varios documentos de la zona cristiana, con gran lujo de datos.
Morayma, "el único amor de Boabdil", dado que no se le conoce ningún otro, y como afirma un cronista de la época, "el único ser que hubiera podido hacerle soportable la pena del destierro", moría días antes de abandonar La Alpujarra.
Y fue enterrada en la mezquita de Mondújar, convertida en Rauda Real a la que habían sido trasladados, desde la Alhambra, los restos de 4 de los sultanes: Mohammad II, Yusef I, Yusef lll y Abú Saad, según consta en el folio 28 del libro de Apeo (1.577) de Mondújar.
En una carta de Fernando de Zafra a los Reyes Católicos, fechada el 28 de agosto de 1493, se dice:
"La Reina mujer deste Muley Boabdilí, murió, et creo que aprovechó su muerte para el servicio a Vuestras Altezas, porque su dolencia daba algún embarazo a la partida del Rey: agora queda más libre para lo que ha de facer".
En el Archivo de la Alhambra, legajo 129 que data de 1549, un tal Juan Jusepe de Herrera, vecino de Béznar, declara sobre la conveniencia de reparar y dotar al alcaide la fortaleza de Mondújar. El texto recogido por Manuel Gómez-Moreno afirma:
"Dixo que la dicha fortaleza de Mondújar es muy ymportante para la guarda y seguridad de todas las Alpuxarras y Val de Lecrín porque está en parte de donde puede amparar a el dicho Val de Lecrín y defender la dicha Alpuxarra; como cosa tan ymportante están trasladados al pie de la dicha fortaleza, en una haça que se llama la Rrauda, todos los cuerpos de los rreyes de moros que fueron de Granada al tiempo que fue de moros y después la rreyna horra mora se truxo desde Andarax, después de entregada la çibdad a los señores rreyes católicos, de gloriosa memoria, a enterrar a la dicha Rauda, lo cual es cosa muy notoria e çierta, y la causa del trasladarse allí los dichos cuerpos fue pretender el rrey moro que se dezía el chiquito que se le diese la dicha fortaleza para su morada y aposento, etc".
El propio Gómez-Moreno deja clara en 1942 la muerte de Morayma, su entierro y la partida de Boabdil, aunque marca dudas sobre quién era en realidad la reina mora en un artículo editado por la revista "Al Andalus":
"En la correspondencia de Fernando de Zafra con los Reyes Católicos consta que, en efecto, la mujer del Rey Chiquito falleció en Andarax poco antes del 28 de agosto de 1493, facilitándose con ello la decisión impuesta de pasar a Berbería toda la familia, que el pobre rey venía dilatando desde febrero y que llegó a realizarse en octubre, dentro aún del plazo convenido. La tal reina dice que se llamaba Moraima y que era hija del alcaide Aliatar, de Loja, el que enseñó a tomar en serio la guerra al Rey Católico.
En contra, Hernando de Baeza pensaba si sería hija de aquel otro rey a quién dió muerte Abulhacen, padre del Chiquito.

A la primera filiación quizá falte autoridad en que apoyarla. La segunda hipótesis resulta menoscabada con afirmar reiteradamente el mismo Baeza que fue Abulhacen quien se casó con la hija del usurpador. Ahora bien, como las crónicas árabes atestiguan que no lo fue de este, sino de su padre Mohamad (VIII) el Zurdo, queda como posible que la hija del usurpador y prima del Rey Chiquito se casase con éste, haciendo buena la presunción de Baeza."

Según consta en la última carta autógrafa de Boabdil conservada en el Archivo de Simancas, fechada ese día 8 de julio de 1493, la decisión de Boabdil de aceptar las definitivas capitulaciones con los Reyes Católicos, y, por tanto también, su decisión de abandonar Laujar de Andarax y encaminarse hacia el exilio en Marruecos, así, siguiendo estas fechas, es posible que Morayma falleciera en julio, y no en Agosto, como recogen otros autores.
Si se acepta este orden de fechas como correcto, es de suponer que Morayma debió de ser enterrada en Laujar de Andarax y posteriormente desenterrada para trasladar sus restos hasta Mondújar, ya que el castillo había sido propiedad de su madre y de ella misma.

Así pues, Boabdil salió de Laujar de Andarax camino de Fez con los restos de su esposa, haciendo una parada en el Castillo de Mondújar para sepultarla junto a los reyes nazaritas en la Rauda Real, teniendo que recorrer más de cien kilómetros por El Alpujarra con los restos de Morayma para después continuar en soledad su andadura camino del puerto por el que tenían que embarcar, según lo pactado.
"Coincidiendo con la marcha de Boabdil en octubre de 1493 se embarcaron un total de 6.320 personas, de las cuales, según el secretario de los Reyes, 1.700 eran de la capital, 230 de algún lugar que no entraba en la capitulación, pues pagaban derechos, y el resto, es decir, 4.350, de la Alpujarra. Parece que la gran mayoría partieron hacia Fez, unos pocos hacia Bujía y sólo 270 salieron de Almuñécar en dirección a Turquía".
Aún hoy se sigue discutiendo sobre el puerto que utilizara Boabdil para su partida al Magreb, ya que no quedó reflejado en documento alguno. Algunos historiadores indican que el Rey Chico partió de su reino desde el puerto de Adra (actual provincia de Almería).
El Conde de Benalúa, afirmó, por el contrario, que Boabdil marchó a Fez por el mismo puerto que utilizara siglos atrás por Abderramán I, para entrar en al-Ándalus, que lo hizo por Almuñécar (provincia de Granada).