Invasión Musulmana
Para conocer los motivos que impulsaron a los musulmanes, es necesario
consultar la historia del reino visigodo y concretamente la del último rey, Don
Rodrigo. En estas fechas los árabes estaban plenamente establecidos en todo el
Magreb y habían islamizado a las diferentes tribus bereberes que aquí se
encontraban. Muy pronto empezaron a mostrar interés por las ricas tierras de la
Península Ibérica y la conquista de las mismas sería cuestión de muy poco
tiempo.
La primera incursión la realizó el gobernador musulmán del Magreb central,
Musa b. Nusayr, quien en el 710, ordenó una expedición de 400 hombres al mando
de un oficial bereber, Tarif, que ocuparía una pequeña isla a la que llamaron
Yazirat Tarif (la isla de Tarif) y que todavía hoy coserva su nombre, eso si
castellanizado, Tarifa.
La cosa pareció ir tan bien que animó al lugarteniente del mencionado Musa, el también bereber Tariq b. Ziyad, a organizar una gran expedición de 7000 hombres, en su mayoría bereberes, que desembarcaron e instalaron a los pies de una montaña a la que llamaron Yabal Tariq (La montaña de Tariq) y que así mismo conserva también hoy día su nombre castellanizado, Gibraltar.
La presencia de esta numerosa expedición musulmana, a la que se habían sumado nuevos refuerzos bereberes, en el sur constituía un serio peligro para el rey Rodrigo, quien se encontraba en el Norte tratando de apaciguar a los levantiscos vascones. Rápidamente Rodrigo y el ejército visigodo se desplazaron hacia el sur con el propósito de entrar en contienda con Tariq; el enfrentamiento tuvo lugar a orillas del rio Guadalete, el resultado es de sobra conocido: Rodrigo fue estrepitosamente derrotado; con ello se pondría fin al reino visigodo y la Península Ibérica quedaría abierta a la ocupación musulmana.
La conquista de Granada se produce entre los años 711 y 712 y la lleva a
cabo un hijo de Musa llamado Abd Al-Aziz que venía de conquistar Lorca, Baza y
Guadix. En ese momento se crea el distrito de Ilvira como circunscripción
militar y administrativa. La islamización fue bastante rápida aunque es de
suponer que debió existir alguna resistencia por parte de la población mozárabe
(cristianos en tierra musulmana) y judía; ambas religiones fueron toleradas y
sus practicantes simplemente tuvieron que pagar tributos al nuevo régimen.
Más adelante, en el año 755 la costa granadina recibió a Abd Al-Rahman,
descendiente de la dinastía de los Omeyas, quien se asentó primero en Loja para
luego ser nombrado emir de Archidona y posteriormente emir de Córdoba. Sin
embargo su nueva autoridad, con la consiguiente implantaciónd e la dinastía de
los Omeyas en Al-Andalus, no fue unánimemente reconocida y en la provincia de
Elvira estallaron una serie de rebeliones incitadas por los mozárabes y a las
que se unieron los muladíes (cristianos convertidos al islamismo) que se
resolvieron por la vía militar. La culminación de estas revueltas es la
ocupación de la qasba (alcazaba) de la Sabika que estaba situada en el lugar
que ahora ocupa la Alhambra.
Una vez establecido Abd Al-Ramán como califa de Córdoba (Abderramán III) se inicia en la península una larga época de estabilidad durante la cual Córdoba alcanza su máximo esplendor y Granada se mantiene, hasta el año 1031, sumisa al califato.
Ziríes
A principios del SXI, el sistema de gobierno del califato sufre una
importante crisis y sus territorios se rebelan y dividen en numerosos pequeños
reinos, más de treinta, cada uno de los cuales reclama para sí la legitimidad
en la sucesión del califa de Córdoba.
En Granada, se instala la casa de los ziríes que tuvo cuatro reyes hasta el
año 1.090 y cuyos principales hitos fueron la elección de de Granada como capital
definitiva del reino y la construcción de edificios que demostraran y asentaran
esa condición de capital. Entre estos edificios puede destacarse el palacio
real de la Casa del Gallo, los baños públicos de Al-Chauza (hoy Bañuelo) o el
puente del Cadí que salva el rio Darro. Además construyeron la acequia de
Alfacar, que traía agua hasta la capital desde Aynadamar.
Bajo su monarquía también se produjo el primer florecimiento cultural de la
ciudad durante el reinado de Ibn Maksan, en el que jugó un papel fundamental el
político judío Samuel Ibn Nagrela quien, a la vez, era filósofo, matemático y
literato. Sin embargo, el reinado de los ziríes estuvo marcado de fondo por su
falta de legitimidad y, en consecuencia, fueron constantes las disputas
internas y las intrigas por hacerse con el poder. Fruto de este ánimo
fratricida fueron las guerras vecinales, los asesinatos y la persecución y
matanza de los judíos granadinos de 1.066.
Almohades Y Almorávides
Al igual que en el resto de reinos de taifas de la península ibérica, el
reino de Granada se caracterizó por su debilidad y por las constantes
divisiones y luchas internas. Aprovechando esas ventajas, a finales del siglo
XI los almorávides del norte de África desembarcaron en la península dirigidos
por Yusuf Ibn Tasufin, quien en esos momentos gobernaba um imperio desde Argel
hasta Senegal.
Con ciertas simpatías locales que no veían bien el desgobierno de los
ziríes y el apoyo de personajes influyentes como el cadí Abu Yafar, Tasufin
entra en Granada en el año 1.090 y destrona al último rey zirí, Abd Allah, e
integra los territorios de Andalucía Oriental en su imperio, enfrentándose a
otras taifas y a los propios reyes cristianos del norte de la península.
A su muerte, los mozárabes granadinos iniciaron serios levantamientos que
pusieron en aprietos a su virrey, Alí Ibn Yusuf. Éstos pidieron apoyo al rey de
Aragón Alfonso el Batallador quien al frente de sus tropas inició en el año
1.125 una turbulenta correría que le traería desde Valencia a Murcia y desde
allí a asaltar y devastar Baza y Guadix, acampar en Diezma, recorrer tierras de
Jaén y Córdoba para volver hacia Loja, saquear la Alpujarra y el Valle de
Lecrín y finalmente intentar tomar la propia ciudad de Granada. Agotado tras
quince meses de correrías y vislumbrando la dificultad de hacerse con la
capital, el Batallador regresa a sus dominios mediterráneos y deja expuestos y
sin apoyos a los mozárabes que le habían reclamado, lo que les supuso una
severísima represión por parte de los gobernantes almorávides.
A la muerte de Tasufin, último de la dinastía almorávide, serán los
almohades (hombres de la montaña) los que intenten ocupar el espacio político
vacante y, partiendo del norte de África, ocupen de nuevo los territorios
musulmanes de península tras doblegar una tras otra a todas las taifas. En
concreto, conquistan la ciudad de Granada en el año 1.157.
Pese a la pretendida estabilidad política de los almohades, no faltaron
intentos en diversas taifas por recobrar la independencia movidos por intereses
locales y poderosas familias despojadas de sus anteriores privilegios. En
Granada, el más conocido de estos episodios fue el protagonizado en 1.162 por
Muhammamad Ibn Sad quien se enfrentó a los almohades en la sangrienta batalla
de La Sabika con colaboración almorávide.
Pese a que los almohades consiguieron imponer cierta estabilidad e incluso
frenar el impulso conquistador de los reinos cristianos, la victoria de las
huestes cristianas en la batalla de Las Navas de Tolosa en 1.212 suponía la
apertura de las vías de acceso hacia Andalucía Occidental y el fin del sueño de
Al-Andalus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario