Aunque ni remotamente podían compararse con los romanos en eficiencia y
organización, los visigodos trajeron a la península un nuevo período de
estabilidad, especialmente a partir de las campalas de Leovigildo, que pacificó
el reino y derrotó a los díscolos vándalos. Este rey visigodo dividió el sur de
la península en dos provincias, la de Hispalis, en torno a Sevilla, y la Bética
que ocupaba lo que ahora son las provincias de Málaga, Jaén, Almería y Granada.
El período visigodo se caracteriza, al igual que en el resto de la
península por el establecimiento de un sistema político clientelar basado en la
división del territorio en feudos y en la agricultura aunque la debilidad de la
dominación no tuvo grandes efectos económicos o sociales sino que más bien fue
una incrustación de los propios visigodos en el tejido social y político
preexistente. A falta de un poder central verdaderamente organizado, la
acuñación de moneda se hace en distintas cecas y hoy existen monedas acuñadas
en Illiberis que dan fe de los hechos de la época.
El único rasgo verdaderamente significativo de la ocupacion visigoda fue el
transito desde las religiones preexistentes, una mezcla de tradiciones iberas
con formas romanas, hacia el cristianismo. La prueba más patente de esta
transformación es el conocido Concilio de Elvira (o de Illiberis) en el que
participaron 24 obispos de la Bética y cuyos cánones se han conservado hasta la
actualidad. La iglesia católica, cuya fuerza se vio notablemente incrementada
en esta época ante la ausencia de fuerzas de mayor peso, dividión la provincia
en dos diócesis: la de Basti, dependiente de del Obispo metropolitano de
Cartagena y la de Illiberis, dependiente del de la Bética, asentado ahora en
Sevilla. De esta época es también la tradición de los Varones Apostólicos,
seguidores directos del Apóstol Santiago que en medio de persecuciones
extendieron la religión por estos pagos; San Torcuato en Guadix o San Cecilio
en Granada son sus mejores ejemplos.
Junto a la pujanza de la nueva religión coexisten minorías como los judíos
de Garnata Al-Yahud, un arrabal cercano a Illiberis emplazado en lo que hoy es
el barrio del Realejo y es de suponer que seguiría existiendo una parte de la
población que mantendría sus creencias tardorromanas, especialmente entre las
clases más pudientes.
En el barrio Plaza de Toros-Doctores-San Lázaro del distrito Beiro en la
ciudad de Granada han salido a la luz una serie de restos arqueológicos de
considerable valor documental. El nombre de esta localización urbana hace
referencia a un pequeño afluente que vierte sus aguas en la orilla derecha del
río Genil: el río Beiro. Actualmente transcurre soterrado dados los presuntos
problemas urbanísticos que, según el Ayuntamiento, producía su cauce. Nace en
la Sierra de la Alfaguara, cerca del pueblo de Viznar. Comarca de abundantes
caudales de agua canalizados en acequias, ha sido tradicionalmente explotada
por fincas dedicadas a la agricultura y la ganadería desde tiempo de los
íberos. Continuó siendo ocupada por romanos y visigodos, si bien de estos
últimos se tienen pocas referencias arqueológicas en la capital y su provincia.
Los primeros hallazgos surgieron como consecuencia de la demolición de
antiguos pabellones del acuartelamiento de Los Mondragrones localizados en la
calle Rivera del Beiro. Fueron denunciados a la Delegación de Cultura de
Granada por la Asociación Española de la Detección Metálica (A. E. P.D.) en el
mes de enero de 2013, que puso en conocimiento de la Administración la posible
existencia de restos romanos en la zona y que ésta adolecía de la protección
adecuada para la conservación de dicho patrimonio. El arqueólogo municipal se
personó de forma inmediata en el lugar señalado, realizando una inspección
que dio como resultado el planteamiento
de una excavación arqueológica. La parcela afectada tiene una extensión
aproximada de 5.000 metros cuadrados, si bien todavía no se pueden determinar
las dimensión total de su perímetro.
Además de los abundantes enterramientos visigodos se han encontrado cinco
tumbas romanas de inhumación con las típicas monedas en la boca, tributo para
el barquero Caronte. Ha llamada la atención de los investigadores el hecho de
que los cadáveres carecieran de rótulas, sin que esa anomalía haya podido ser
explicada.
Desde que se iniciaron los
trabajos a finales de enero se han delimitado áreas arqueológicas diferenciadas, tanto en lo que se refiera a su actividad funcional como a su cronología. Entre
los hallazgos de época romana cabe destacar la zona del señorío de una villae
con vistosos y cuidados mosaicos, así como distintas zonas de labor, almacenaje
y transformación de los productos.
Han aparecido estructuras de bodega,
lagares, almazara, habitaciones para alojar a esclavos y sirvientes además de
un importante molino datado en el siglo I.
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