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sábado, 15 de febrero de 2014

Visigodos


Aunque ni remotamente podían compararse con los romanos en eficiencia y organización, los visigodos trajeron a la península un nuevo período de estabilidad, especialmente a partir de las campalas de Leovigildo, que pacificó el reino y derrotó a los díscolos vándalos. Este rey visigodo dividió el sur de la península en dos provincias, la de Hispalis, en torno a Sevilla, y la Bética que ocupaba lo que ahora son las provincias de Málaga, Jaén, Almería y Granada.

El período visigodo se caracteriza, al igual que en el resto de la península por el establecimiento de un sistema político clientelar basado en la división del territorio en feudos y en la agricultura aunque la debilidad de la dominación no tuvo grandes efectos económicos o sociales sino que más bien fue una incrustación de los propios visigodos en el tejido social y político preexistente. A falta de un poder central verdaderamente organizado, la acuñación de moneda se hace en distintas cecas y hoy existen monedas acuñadas en Illiberis que dan fe de los hechos de la época.

El único rasgo verdaderamente significativo de la ocupacion visigoda fue el transito desde las religiones preexistentes, una mezcla de tradiciones iberas con formas romanas, hacia el cristianismo. La prueba más patente de esta transformación es el conocido Concilio de Elvira (o de Illiberis) en el que participaron 24 obispos de la Bética y cuyos cánones se han conservado hasta la actualidad. La iglesia católica, cuya fuerza se vio notablemente incrementada en esta época ante la ausencia de fuerzas de mayor peso, dividión la provincia en dos diócesis: la de Basti, dependiente de del Obispo metropolitano de Cartagena y la de Illiberis, dependiente del de la Bética, asentado ahora en Sevilla. De esta época es también la tradición de los Varones Apostólicos, seguidores directos del Apóstol Santiago que en medio de persecuciones extendieron la religión por estos pagos; San Torcuato en Guadix o San Cecilio en Granada son sus mejores ejemplos.

Junto a la pujanza de la nueva religión coexisten minorías como los judíos de Garnata Al-Yahud, un arrabal cercano a Illiberis emplazado en lo que hoy es el barrio del Realejo y es de suponer que seguiría existiendo una parte de la población que mantendría sus creencias tardorromanas, especialmente entre las clases más pudientes.

En el barrio Plaza de Toros-Doctores-San Lázaro del distrito Beiro en la ciudad de Granada han salido a la luz una serie de restos arqueológicos de considerable valor documental. El nombre de esta localización urbana hace referencia a un pequeño afluente que vierte sus aguas en la orilla derecha del río Genil: el río Beiro. Actualmente transcurre soterrado dados los presuntos problemas urbanísticos que, según el Ayuntamiento, producía su cauce. Nace en la Sierra de la Alfaguara, cerca del pueblo de Viznar. Comarca de abundantes caudales de agua canalizados en acequias, ha sido tradicionalmente explotada por fincas dedicadas a la agricultura y la ganadería desde tiempo de los íberos. Continuó siendo ocupada por romanos y visigodos, si bien de estos últimos se tienen pocas referencias arqueológicas en la capital y su provincia.
Los primeros hallazgos surgieron como consecuencia de la demolición de antiguos pabellones del acuartelamiento de Los Mondragrones localizados en la calle Rivera del Beiro. Fueron denunciados a la Delegación de Cultura de Granada por la Asociación Española de la Detección Metálica (A. E. P.D.) en el mes de enero de 2013, que puso en conocimiento de la Administración la posible existencia de restos romanos en la zona y que ésta adolecía de la protección adecuada para la conservación de dicho patrimonio. El arqueólogo municipal se personó de forma inmediata en el lugar señalado, realizando una inspección que  dio como resultado el planteamiento de una excavación arqueológica. La parcela afectada tiene una extensión aproximada de 5.000 metros cuadrados, si bien todavía no se pueden determinar las dimensión total de su perímetro.
Además de los abundantes enterramientos visigodos se han encontrado cinco tumbas romanas de inhumación con las típicas monedas en la boca, tributo para el barquero Caronte. Ha llamada la atención de los investigadores el hecho de que los cadáveres carecieran de rótulas, sin que esa anomalía haya podido ser explicada.
Desde que se iniciaron los trabajos a finales de enero se han delimitado áreas arqueológicas diferenciadas, tanto en lo que se refiera a su actividad funcional como a su cronología. Entre los hallazgos de época romana cabe destacar la zona del señorío de una villae con vistosos y cuidados mosaicos, así como distintas zonas de labor, almacenaje y transformación de los productos. 
Han aparecido estructuras de bodega, lagares, almazara, habitaciones para alojar a esclavos y sirvientes además de un importante molino datado en el siglo I.

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