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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Un principio de Jaén


                                                                              Escudo Provincia de Jaén
 

En Jaén también florecen los cerezos y en grandes extensiones. De decirnos, en el resto de España, por unas cerezas hay bastantes posibilidades de que las comamos jienenses. Los ajos nacionales que despachan en el mercado casi con toda seguridad proceden de Jaén. Si te apetecen unos jugosos espárragos o unos pimientos del piquillo, pues se cultivan y conservan en los bajos de Sierra Mágina que no es precisamente Navarra.
En Jaén encontraras castillos a patadas y se parece a una eco provincia, no solo por ser sumamente respetuosa con el medio o contener el espacio natural protegido más grande de España, sino porque del orujo y de los huesos de las aceitunas se obtienen en plantas especiales energías renovables.
Sin duda, hay una Jaén desconocida, sin complejos, que os sorprenderá a cada paso. Pocas veces se insinúa que lo más importante de Jaén es su gente, quien no hace hincapié en esto ya va reduciendo la valía de Jaén.
Los giennenses vamos de frente, no hemos perdido la naturalidad, una naturalidad cultivada y sabia, nada ingenua, forjada a golpe de civilizaciones. Jaén y su provincia se muestra como una suerte de oasis o aliviadero para el turista trajinado por la vida moderna, el que quiere desconectar y se va de vacaciones cargado de estrés. Sin duda, en Jaén hablando con la gente, el estresado se recuperará y eso no solo por el aceite virgen y la gastronomía es aquí sana. En Jaén no hace falta ni vivir ni trabajar para tomar carta de la naturaleza, quien llega, sin enterarse es aculturado automáticamente. Aquí no se recibe a nadie porque todo el mundo puede llegar a estar como en casa y ello gracias a que hubo un fuerte mestizaje cultural (iberos, fenicios, romanos, árabes, caballeros santiaguistas, etc.), asimismo siempre aflora ese arraigado temperamento fronterizo. Las calles blanqueadas de Alcaudete con su restaurado castillo, tierra de mi padre y orgullo de tierra para mí.
La provincia andaluza con más espacios naturales protegidos: Despeñaperros, Sierra Mágina, Andújar y el espectacular parque de Segura, Las Villas y Cazorla. En definitiva, Jaén –según José García Galera- es una jugosa pipirrana materna: ciudades renacentistas casi en estado puro (Úbeda y Baeza), numeroso castillos (Baños de la Encina, la Mota en Alcalá Real o el de Santa Catalina que enseñorea Jaén capital), cantidad de pueblos con encanto (Baños de la Encina, Hornos, Castellar, Arjona, Alcalá la Real, Huelma, Sabiote, Alcaudete, y seguramente uno a uno cada pueblo), una capital con un casco histórico compacto y desconocido, kilómetros y kilómetros de litoral embalsado, cantidad de pinturas rupestres, cielos sin contaminación lumínica limpios y estrellados, la Virgen de la Cabeza, etc.
Como dice un viejo dicho “A quien Dios quiso bien, casa le dio en Jaén”. En el siglo XIV, el geógrafo árabe Al-Himyari, escribio que circulaba una máxima por el mundo islámico que aconsejaba “hablar de muchas ciudades, pero vivir en Jaén”.
En resumen, un paisaje, nada desgastado por las miradas, y por tanto, queda un buen motivo para descubrirlo.

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