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viernes, 17 de enero de 2014

El Palacio de los Vélez


En el Palacio de los Vélez vivía una de las familias más importantes de la ciudad. El alto linanaje de su estirpe y las riquezas que poseían se reflejaba en todas las estancias, desde los escudos heráldicos de piedra de la fachada, los mármoles y las maderas más preciadas, sus finas porcelanas, pero la casa aún guardaba un tesoro mayor. De todos sus miembros destacaba la hija, orgullo de sus padres, al poseer belleza, inteligencia, bondad y todas las cualidades de una gran dama de la época.

Muchos fueron los galanes de la nobleza jienense que intentaron desposarla, pero ella se fijó en un joven que trabajaba en su casa. Lo que en un principio comenzó siendo una bonita amistad se convirtió en amor verdadero, porque ella descubrió en él cualidades que no tenían los ilustres nobles con los que habitualmente se relacionaba.

Cuando el padre descubrió la relación de su hija con un hombre que no pertenecía a su misma clase social se sintió tan humillado, que decidió encerrarla en una habitación de la torre y darla por muerta.

Olvidada por todos, solamente su joven enamorado acudía al pie de la torre para estar cerca de ella y leer las notas de amor que le lanzaba desde su reducida ventana. La joven le escribía con su propia sangre en las páginas del libro de oraciones que sus padres le habían dejado tener en su encierro.

Así se fue consumiendo la vida de la muchacha, hasta que se apagó un día.

Según cuenta la leyenda, el fantasma de la muchacha sigue vagando por las salas del palacio buscando a su amor, pues este, al parecer, murió en un invierno frío esperando las notas de su amada debajo de la torre, pues a ella se se terminó su libro de oraciones y no pudo escribirle más.


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